Palpitando Barriletes de Junio

JORDI Y SU MOCHILA

Desde los 4 años viene remontando Barriletes. Con su cándida sonrisa compra a cualquiera. Hubo que implementar una suerte de pautas claras, porque este niño quería ponerse la pechera de vendedor cuando la OIT y demás normas internacionales no admiten que el niño trabaje. Fue así que a pesar de las advertencias, él acompaña a su madre, Rosa en el circuito de venta y vive a su manera el vínculo con los “clientes” de quienes han nacido lazos con historias que él suele contar.

Una tarde después de salir de la escuela se hizo presente a la entrevista a la que fue citado, en Barriletes. Vino lo más orondo con su hermano Agustín pisándole los talones. Rosa ya me viene comentando lo que pasó en la tele con la presidenta y que el Jordi le había pedido una computadora.

— Contame de tu escuela.
—Voy a la Escuela 25 de Mayo, quinto grado. Mi maestra se llama Dorita, es buena.

En un niño como él, con el alma bien despierta, me nació preguntar si la escuela lo ayudaba. Me contestó sin dudar: “Mucho”.

Los recuerdos que tiene de sus inicios en las actividades de Barriletes tienen nombre de personas.
—Me acuerdo de la petisita, la Maby, después… Gastón y de Noralí. Me acuerdo cuando fuimos a visitar la cancha de Boca, de la recorrida en ese barco de piratas y todas las cosas que tenía adentro, el obelisco, el zoológico y ese parque grande, el subte…. —lo decía casi con ganas de volver a vivirlo.
—¿Cómo es un día tuyo Jordi?
—Me levanto, desayuno, se pasa rápido la hora y tengo que ir a la escuela. Vuelvo a casa, juego con mis hermanos, en casa estamos mis hermanos (2) y mis papás. A la tarde jugamos en el fondo con los fierros de una pileta, armamos una cosa así, y así, y metemos y sacamos cosas.
—¿Cuando te preguntan qué es Barriletes, que decís?
—Que es una revista que vende gente que no tiene trabajo y nada más. ¡Ah! y que es una organización civil.
—¿Qué gente conociste andando con tu mamá con Barriletes bajo el brazo?
—Tengo una clienta que se llama Anita, de calle Chacabuco, y me invitaba a quedarme en la casa a comer y luego me llevaba a la escuela. Me pasaba a buscar los fines de semana para ir a Oro Verde a un parque, donde hay un montón de piletas. Hasta llegó a pedirle a mi mamá si no me podía quedar con ella, pero mi mamá le dijo que no. Esa señora me compró los manuales para la escuela (los muestra con orgullo) Cuentos de la Selva y Matemáticas.

También Jordi conoció a un Papá Noel a través de Barriletes.
—Todos los años, él ya sabe cuántos somos en mi casa —me cuenta con detalles— cerca de las fiestas nos compra una pelota, y también otros regalos para el resto de mis hermanitos. Rompecabezas de los Simpson, una pelota de goma, y más cosas que no me acuerdo.

También mencionó a otras personas de distintos puntos de la ciudad, con las que logró vínculos además de ricas golosinas.

Sorprendió su sueño de lo que quiere ser cuando sea grande
—Quiero trabajar de militar, me gusta el campo, sus espacios grandes, practicar las armas o si no gendarme. Me gustaría gendarmería para trabajar en las rutas.


(el reportaje completo, en Barriletes de Junio que sale a la calle el sábado 6)

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