15 años con la palabra

(Revista Barriletes, Agosto 2016)

El país del Nunca Jamás
A 15 años el primer vuelo y utopías por nacer.
Mabel Altamirano

Marcelo Mesa
¿Y porqué Barriletes y las miles de manos que lo remontan? Porqué su permanencia, su sentido, porqué constituye hoy un sustento y una grulla que vuela por nuevos caminos. Aquel país del Nunca Jamás sin capitales ni fronteras, ni modelos económicos de acumulación ¿Qué sería de los frutos de la tierra si así fuera? ¿Qué sería si de los cantos ancestrales hubiéramos nacido? ¿Qué sería de las culturas, los oficios, las noches de luna, los solsticios? Qué gallo cantaría por la emancipación de los pueblos y los secretos dormidos de la tierra. Es necesario pronunciar el nunca jamás a los genocidios, a la pobreza, al exterminio, al sálvese quien pueda, al desierto de las fábricas locales, a los monopolios. Aun sigue siendo esencial la organización de la sociedad civil y los movimientos sociales para decir basta, para promover la vida, para poner el cuerpo y la palabra políticamente y rotar el mundo hacia lo comunitario.


El modelo de acumulación del capital sigue demostrando su macabra ecuación de hambre en un país de tierra fértil y abundante fuerza de trabajo, eslabón clave que desde hace generaciones viene siendo descartado y ahora es variable de ajuste en el mercado. Los pregones del gobierno publicitan inserción en el régimen económico mundial, el libre cambio y el desarrollo capitalista, lo que -ya sabemos- significa la necesaria conformación de la dualidad social necesaria de las relaciones de explotación. Desde aquel 2001, dos historias, dos trabajadores que padecen las secuelas de ese país desvencijado, sin plataforma ni resquicio para pensar en la humanidad de sus presentes, dan cuenta porqué - entre la espada y el abismo- eligieron Barriletes.


Mendigar, nunca jamás.


Mabel es una mujer valiente. Solía subsistir de lo que juntaba de los pantanos y charcos de la costa juntando lombrices para ofrecerlas y obtener unas monedas. Mientras tanto las calles de Paraná eran un gran lodazal de esperanzas disecadas, promesas vanas, vaciamiento institucional. En aquel enero de 2001 el país derramaba pobreza y deserción estatal. Los trabajadores del Estado, docentes, jubilados, vecinos y vecinas sentían el golpe en sus salarios, atrasados, magros, incómodos. Marcelo perdía su trabajo en una estación de servicios, Gustavo era un niño que corría y corría por las calles buscando alguna moneda junto a sus hermanos. Alicia dormía en el suelo, Antonia miraba a sus hijos, Angela cocinaba lo que había, Norma pedía ayuda para ella y para otros, Exequiel jugaba a la pelota, Juampi salía a pescar con su papá a la madrugada, y otros tantos otros niños, niñas y adultos sobrevivían, la peleaban, sufrían. El gobierno solo hacía publicidad con el dedo en alto, perversa señal de los grandes mentirosos. El país se avecinaba, caldeado de protestas, asambleas gremiales, escraches, pronunciamientos públicos y repudios. Mientras que en las esquinas permanecían en el sopor de las realidades más extremas. En los suburbios, la agonía de familias deambulaba entre basurales, gurises extendiendo la mano en mesas de bar bajo el rocío, vecinos en desesperantes situaciones de indignidad y estado inhumano.
De mano en mano, llegó la revista La Luciérnaga a Paraná (con su lema “Mendigar nunca más”) que inspiró el nacimiento de revista Barriletes – 11 de agosto de 2001- un proyecto editorial basado en construir una posibilidad autogestionada que genere un sustento genuino para las familias de Paraná que se encontraban en la nada misma.


Mabel continuaba buscando lombrices hiciera calor, o hiciera frío, ofrecía esta carnada a los pescadores, o armadores, jornal que apenas le redituaba para comer o restituir algo de energía para el resto del día. Aquel país del 2001 se desgajaba mientras tanto. Ella como tantos otros miraba caer el sol sin preguntar, solo había que sobrevivir. De pronto su hermana Norma, un día le pasa el dato de la existencia de Revista Barriletes, un publicación que se ofrece en la calle y que le daba ganancias. Al principio se retrajo, le dijo a su hermana que no se sentía capaz, que no iba a poder. Ante la insistencia de Norma, un día se arrimó a la sede de calle Perú 314, y compró unos pocos números, y para su sorpresa, le fue bien, con esas monedas comenzó a hacer sus primeros pasos, empezó a construir un oficio, y su sustento, esta vez lo conseguía, sin agachar la cabeza ni escupir lodo.


A 15 años de esta historia editorial, Mabel tiene su morral de revistas y su identidad: es vendedora de Revista Barriletes, con la sonrisa a pleno, ofreciendo en alta voz el número del mes, convenciendo a la vida y sus desafíos. Es reconocida en su “zona de venta” por numerosos transeúntes, turistas, viajeros, vecinos y vecinas que ya la identifican por su constancia, organización y simpatía. “Estoy con la cabeza el alto” dice, si se le pregunta por el antes y después de Barriletes.


Los gobiernos cambiaron y la revista Barriletes siguió atravesando las crisis económicas y los colapsos de las políticas públicas. Hoy, en pleno caos, sin fuentes de trabajo y la caída libre de proyectos de fondo para resolver la pobreza y la carencia de acceso al trabajo, a la vivienda y la dignidad, Barriletes constituye una herramienta donde obtener el pan de cada día.
Hoy Mabel, con la frente en alto relata su historia.


Así como Mabel, la población más vulnerable acude a la asistencia social y programas espasmódicos que solo alargan la agonía de ser un número en la estadística del INDEC. Cuántas generaciones han tenido que sobrevivir de la dádiva, o subsidios que, si bien van al rescate, promueven una cultura de pasividad y pobreza eterna.
Mabel, no se quedó con la dádiva. Conquistó su propia voluntad y salió a construir su oficio.
Hoy el sostén de mi casa es el ingreso de la revista Barriletes, toda la plata que llevo es de la revista. Yo salgo a las 8 menos cinco, y a las 8 estoy en la peatonal, vendo hasta las 12:30, entre Farmacity y Banco Nación, es mi zona de venta. “¿Señora me ayuda comprando una revista Barriletes?” “jefe, ¿me ayuda a comprando una revista Barriletes?” le digo a la gente. La mayoría de la gente me busca en esa zona, sino preguntan, “¿no viste a la chica de la revista barriletes?” depende el lugar, muchos amigos, muchos negocios me conocen, tengo buena relación con los clientes, también con las clientas. La mayoría son todas señoras y abuelas.- cuenta Mabel- Y agrega:


...Yo no sabía cómo, ni sabía escribir mi apellido y con el tema de la revista me daban una dirección y yo les tenía que pedir que me lo anoten y tenia vergüenza de decirle que no sabía leer y escribir. Hoy por lo menos me dan una dirección, y yo lo anoto, un poco lerda pero bien. Ya va a ser 14 años. Puedo darme algunos gustos. La movilidad también empecé caminando y después me compré una bicicleta usada, gracias a la venta de la revista y la ayuda de la gente y hoy me vas a ver en una moto, una Zanella 50cc y ese es mi transporte, con carnet tarjeta verde, casco. Y la gente me espera siempre, todos los meses.
...La gente me comenta, me pregunta, de qué se trata la revista, me tomo un tiempito para explicarle, a donde van los fondos, qué se hace, los talleres en Barriletes, les recomiendo que se acerquen, algunos me llevan la revista para informarse de los logros de Barriletes, yo les cuento que Barriletes me cambió la vida y el tema de la salud - que es lo más valioso y lo más caro- y en el tema de la casa que pude comprar una ventanita de segunda mano, una bolsa de material también la pude comprar. Mis hijas tienen una mejor vida, estudian y no trabajan. Después que terminen los estudios ellas sabrán que tienen que empezar a conocer los caminos de la vida.


Mabel es parte de la población más vulnerable de Paraná. En la actualidad, -según estadísticas que midió la Universidad Católica Argentina- se registra un aumento de 5,5 puntos en el índice de pobreza en el primer trimestre de este año. En el segundo trimestre la situación sería igual o peor, por la evolución de la inflación. De acuerdo al informe del Observatorio de la UCA, entre 2011 y 2015 la pobreza por ingresos pasó del 24,7 al 29,0 por ciento de la población. Pero en solo un trimestre, de enero a marzo de 2016, el incremento fue de 29,0 al 34,5 por ciento, 5,5 puntos más.


La irrupción de la sociedad civil en pleno contexto de 2001, habló de una histórica emergencia ciudadana que tomó los espacios públicos y decidió intervenir en la situación del país y transformar la inanición de políticas públicas. Hoy volvemos a presenciar la ausencia de una agenda que incluya la recuperación de las fuentes de trabajo, muy por el contrario, las medidas aumentan el interés privado por la exención de obligaciones y especulación financiera, sin un debate público y honesto para reconocer la enorme deuda social y la responsabilidad ante los índices altos de pobreza, indigencia y falta de fuentes de trabajo.


Hoy volvemos a presenciar la decadencia de la presencia del Estado en la generación de procesos que fomenten las fuentes de trabajo y garanticen las necesidades vitales de la mayoría de la población. Sin un debate público y honesto para reconocer la enorme deuda social y la responsabilidad ante los índices altos de pobreza, indigencia y falta de fuentes de trabajo, no es posible despejar el horizonte que se avecina. La irrupción de la sociedad civil organizada, como protagonista del cambio, en pleno contexto de 2001, constituyó una histórica emergencia ciudadana que tomó los espacios públicos y decidió intervenir y transformar la inanición de políticas públicas. Es un desafío que vuelve a reflotar en este contexto.



En las organizaciones sociales y comunitarias recae entonces la responsabilidad de crear alternativas que trunquen estos caminos sin salida. La historia de Mabel acaso es el hilo que enhebra otras historias, ese país que quiere respirar primavera y patria grande, con futuros genuinos, anclados en raíces propias y derechos recuperados. Esos otros mundos por los que Barriletes revolotea y encausa deseos, tiene que ver con ese horizonte de trabajo, culturas, historias de luchas, encuentros, resistencias, dificultades, que atraviesan las vidas de los niños, niñas, adolescentes y adultos que pasaron y pasan por el territorio del país hecho a mano y a pulmón. El país del Nunca Jamás, hay niños jugando, sol resplandeciente, abundancia, alegría, utopías, esos instantes que alumbran el corazón. Es el momento de resistir, construir, abrazar, celebrar.



Mirar para atrás
Marcelo Mesa y el derecho de todo trabajador

Entre la arena y el río, los pájaros y el aire, el horizonte y el sol, las semillas y la tierra, el hornero y su nido, los rieles y los pueblos, hay un diálogo profundo, de siglos. Son caminos aprendidos que llevamos dentro como cepas que alumbran sentidos, pensamientos, la existencia del estar en pie, encontrar encrucijadas y el amigo que te lleva a un puente hacia otros destinos. “Mirar atrás” es poder parar en el trayecto y contemplar lo construido con tus propias manos. Así lo vive Marcelo Mesa, cada vez que se sube a la escalera de su propio presente.

Este estudio es un sueño hecho realidad, pensando en aquel inicio en calle Perú – lanzó Marcelo cuando observó el estudio de radio Barriletes, sintiéndose parte de una historia en la cual él es protagonista.

Marcelo es vendedor de la revista, desde hace 14 años. Nació en San José de Feliciano y es otra víctima del descalabro de las políticas neoliberales.

Yo era playero de una estación de servicio, hacía changas y no llegaba a fin de mes. Por intermedio de mi ex compañera conocí Barriletes, y luego ella se fue y yo seguí con la revista. Era un momento muy difícil para salir a vender, por el tema del federal, era patear la calle, llegaba a casa cansado pero siempre con fe, había que seguir batallándola.

La revista fue que lo llevó a conseguir unos mangos más para poder subsistir. Anteriormente trabajó en la construcción, fue jardinero, y antes recolector de la fruta en Concordia. Fue ladrillero, uno de los oficios más antiguo, más rudo y desamparado. Un proceso que viven miles de ladrilleros de norte a sur, de este a oeste. Es la trágica consecuencia de los gobiernos que se aggiornan a los intereses empresarios y contratos leoninos que asfixian nuestras economías: trabajadores sin trabajo, familias y niños en la intemperie.

Fui ladrillero, un trabajo bastante rudo, allí trabajé 6 años, tenía 24 años, un oficio muy sacrificado, no volvería a ese trabajo. Yo cortaba 1200 ladrillos, o sea eran mil doscientas flexiones por día, yo sufrí dolores en la cintura, trabajar con el adobe llenar el molde, volcarlo en el piso, lo das vuelta, y de ahí lo sacas y volvés a empezar. Era cuestión de necesidad, quedan pocos cortadores de ladrillo, se va perdiendo el oficio.

Y se me cruza la canción “Destino de ladrillero” de Marcelo Berbel, interpretado en Rock Metal por Malón en el tema “Cancha de Lodo”:


Tengo las manos cansadas
de hacer ladrillos ajenos
mi sangre se está mezclando
con el barro de pisadero.
Hay días que me parece
chapalear en un chiquero
Mirando aquellas casonas
que se han hecho con mi esfuerzo.
Cada quincena que pasa
se me viene abajo un sueño
el patrón no me sujeta
más siempre le estoy debiendo.
Cuando me tiño de vino
me limpio el barro por dentro
mirando pasar la vida
hecho carga rumbo al pueblo.
En meses paso jornadas
sin mirar cómo es el cielo
me estoy mezclando a la tierra
me estoy sepultando vivo.
Y pensar que se llevan
mis sudores los ladrillos
cada vez me cuesta más
alzar el molde barrero.
Será por estar cansado
de andar hundido en el suelo
húmeda cancha de de lodo
donde se amasa mi tiempo.
En meses paso jornadas
sin mirar como es el cielo
me estoy mezclando a la tierra
me estoy sepultando vivo.


Esta identidad ladrillera, aun sigue en Marcelo, pero esta vez puede mirar el cielo.

Con el trabajo de la revista Barriletes me puedo manejar con el tiempo, uno o dos días me puedo quedar en casa para hacer mejoras. Me quedo con la revista, es un trabajo más saludable, conozco gente, gente de muy buen corazón, que me aconseja, me felicita que ande con la revista y no con otra cosa, me desea buenos deseos. Siempre busqué la forma de salir adelante.

Tiene 46 años, 3 hijos, ya es abuelo y está muy contento. Con la revista pudo asistir a sus hijos, proveerlos de ropa, zapatillas, y también poder invertir en su propia casa.

La revista me da independencia, no es sacrificado, no hay horarios, distintos de los demás trabajos eso de cumplir horarios, pero Barriletes me dio esa oportunidad, otros oficios me han esclavizado y no podía hacer las cosas mías, gracias a la revista tengo esa oportunidad, poder hacer algo en mi casa, y antes no lo podía hacer: quedarme en casa y hacer algún revoque -soy albañil también- , levantar una pared. Antes esto no lo podía hacer porque no tenía tiempo y eran trabajos muy duros, el trabajar a la intemperie tanto en invierno como en verano. Yo me organizo primero con el dinero, para poder comprar la tanda de revistas, y luego duplico ganancias, tengo 103 clientes me queda un buen margen de dinero, para mí es una gran ayuda...El respeto vale un montón para comunicarse con la gente, hace 14 años que vendo la revista y no lo dejaría, es mi fuente de trabajo, yo confío en la revista como el primer día.

Gracias a la revista puedo mirar para atrás. Llego a mi casa y decido quedarme todo el sábado para dedicarme a hacer pequeños avances en mi casa, plantar en el jardín, colocar árboles, antes no tenía ese tiempo, no podía disfrutar de nada, a veces ni veía a mis hijos cuando eran bebés, trabajaba 14 horas por día, era una cosa de locos, llegaba agotado y al rato ya tenía que salir a trabajar, vivía más en el trabajo que en mi casa, el único tiempo que tenía era el domingo y estar con los nenes y ser por un rato papá. Cuando empecé con la revista tuve más tiempo para mis hijos, esa fue mi escala. Hace unos años conseguí un terreno municipal y la revista me dio la oportunidad de hacer mi casa de a poquito, yo no tenía vivienda cuando comencé en Barriletes. Yo soy mi arquitecto y mi mano de obra, muchos me dicen que me parezco al hornerito cuando hace su nido (porque no tengo andamio, solo una escalera en la que solo puedo subir y bajar constantemente) pero lo hago con mucho entusiasmo y ese es el tiempo que valoro y que me da la revista, antes no lo podía hacer.

Barriletes fue el después de los otros trabajos que tuve. Ahora miro para atrás y hay algo; y hay más tiempo, y por ahí también tengo tiempo de hacer otras changas. La revista me dio ese tiempo, casi que tiene más valor que la plata, quizás.

La infancia canilla

Cuando yo era chico vivía en la casa de una maestra. El marido tenía una imprenta de un diario en Feliciano, él hacia las notas también, el escribía a máquina y luego imprimía, y yo era el repartidor, hasta ahora me acuerdo, ahí me fui formando. Se llamaba “El Semanario” que se distribuía en la ciudad, trataba todo tipo de temas y de fútbol, sacaba el boletín oficial, era su fuente de trabajo, y él era dibujante profesional. También hizo el logo de la Fiesta del Ternero, y un día tomando mate me contó cómo se le ocurrió el dibujo. En lugar de hacer un ternero común y corriente se le ocurrió hacer un gaucho y le puso la cabeza del ternero. Era un profesional con el lápiz, aprendía mucho mirándolo, yo tenía unos 12 años, trabajé ahí desde el ´78 a los´80. Ahora voy a cumplir 47 y todavía lo recuerdo, fue mi formación, lo que soy se lo debo a ellos hasta que años después caí en Barriletes.

Marcelo distribuía el semanario por las calles de Feliciano en bicicleta, luego se animó a manejar el mimeógrafo hoja por hoja, “era como una fotocopiadora mecánica y había que colocar la tinta con un rodillo”.

Yo hacía el reparto y luego me iba a la escuela, almorzaba en el comedor de la escuela N.º 1 Cornelio Saavedra. Y a la tarde continuaba el reparto, eran como 200 ejemplares los que tenía que distribuir y de esa venta, me tocaba mi parte. También yo compaginaba las páginas y las abrochaba, montaba los pliegos, eran de 20 cm de largo. El caballito de batalla de este hombre, era el chiste de atrás que dibujaba y pensaba él, el personaje de la historieta era Inocencio, y por ahí se cansaba el hombre y no salía, pero la gente lo esperaba y lo reclamaba, lo primero que hacían era mirar la contratapa. Este hombre también era artesano y dibujaba sobre el cuero, se llamaba Miguel García, todos los conocen allá, falleció hace tiempo. Yo le cebaba mate y también intenté dibujar, pero nunca llegué a lo que era él. Esa es mi historia.

Y así se presenta Marcelo Enrique Mesa, nacido en San José de Feliciano, vendedor en aquel tiempo de El Semanario. “Hoy soy vendedor de la revista Barriletes, desde hace 14 años. A los futuros clientes les digo, que puedan comprar la revista para seguir este sueño, el sueño que tenemos todos”

El derecho de todo trabajador, mirar para atrás y ver lo construido, con la fuerza de su trabajo y de su propio empeño. Un otro mucho fue posible para Marcelo ¿Será posible el país del Nunca Jamás? Una ciudad que promueva políticas públicas para generar trabajo estable y sostenible, autogestionado y cooperativo, con desarrollo de circuitos de producción y distribución. Un proyecto participativo basado en la articulación y el debate político entre la sociedad civil, las entidades intermedias, escuelas, universidades públicas, ámbitos privados -entre otros actores- y organismos del Estado, que constituya un territorio potente para desandar los imperialismos y caminar hacia la emancipación, paso a paso, como el hornerito.

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