[Los cuentos de la arena] - "Rojo pasión", por Elina Cabrera

La chica de labios rojos aparece en el medio del programa de noticias políticas. Las noticias más que escalofriantes, se calientan bajo la ondulante modelo que hace chistes. Un éxito rotundo. El público vota por sí en los celulares. Los demás canales la imitan y en el caldero sube el rating. La receta: una chica que tenga rojo los labios, rojo el vestido, renegrido el pelo, blanquísima la piel. 
No importa si flaca o pasada de kilos, lo que importa que la periodista tenga rojo fluor los labios, rojo en el armazón de los anteojos que encarna como demonio y descarna verdades a medias en la encrucijada de la política nacional.
En otro lugar, a miles de kilómetros de cualquier ciudad, donde no hay cable ni televisión, el peón de la obra raspa con la punta del machete el bermellón de la pintura del tacho de gasoil. Lo guarda prolijamente en un papel y lo pone en el bolsillo del overol que hace mucho perdió el color. Sabe que su mujer y sus tres gurises comerán al hartazgo tres gallinas que cambiará al indio guauné por el polvo bermellón que dice tener propiedades de hechizo pa las mujeres. Un indio de los tantos que deambulan por el caserío que la empresa ha improvisado en el corazón de la selva. 



Mali guau ná llora y llora porque sabe que le esperan trabajos forzosos en la tribu y fustazos de su padre. Y sí, está preñada y le ha faltado la palabra a su madre de cuidar su panza para cuando sea mayor. Llora y tiembla en explicaciones: 
─Es que guauné la esperó en el monte y la amenazó con el bermellón, un puñado de polvo rojo donde habita el diablo. Tuvo que entregarse porque el diablo del bermellón se iba a desquitar con ella y le iba a matar las dos vacas y el ternero hasta que se sequen toditos lo hermanitos de hambre-. 
Marisa de la capital cuelga el teléfono excitada. Pablo la llamó desde la terminal de ómnibus y quiere verla. Ellos se encuentran cada tanto cuando él viene a la ciudad. Ella sabe que ni está separado ni se va a separar, pero no puede decir que no. Menos hoy que el marido está embarcado y la suegra se fue a visitar la hermana. Marisa se mira al espejo, hace dos años que no se ven y se siente vieja. Marisa recuerda de un esmalte de uñas que le quitó a la hija porque era demasiado rojo para una gurisa de trece. “Pasión” decía la etiqueta del esmalte, rojo “Pasión” y en cada pasada del esmalte las uñas se encendían como la sangre y el aire le quemaba la garganta anticipando el encuentro. 
Antes de salir apagó el televisor sin antes guiñar un ojo a la chica del noticiero. La pantalla le devolvió su imagen, era ahora la mismísima yegua endiablada como así la llamaba Pablo sin haber pronunciado jamás un te quiero en trece años.

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Elina Cabrera - Autora de Las Razones de Jaimito de edit.Planeta. De la novela Buscados. Testigos de la muerte de Urquiza. Tercer Premio municipal de cuentos de Paraná 2015 y Segundo Premio  municipal de poesía 2016. 

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