Somos Vida...Abrazando Mundos

(Nota de tapa, diciembre 2018)


Laicrimpo 2018: un abrazo revolucionario



“Que salga como me salga, quien canta es ella
la viejita que sabe aliviar las penas
el canto que yo traía se me ha olvida´o 
más me gusta escuchar el que cantan ellas
mis hermanas de círculo que me completan”
(copla popular cantada al inicio de los talleres del encuentro)

Por Carolina Gómez y Daiana Perez

Al decir de Alberto Valente ─a quien se lo homenajeó durante el encuentro por su reciente partida─, Laicrimpo “es nacimiento, búsqueda, es… Pretender definirlo, sería ahogar un espacio que es abierto, que marca la libertad del asombro y del acontecimiento. Es lo ignoto, es el más allá, la utopía, el aún no, lo posible de lo imposible, la infinitud de la finitud.  Es la poiesis, es la creación”. Por ello no pretenderemos definirlo aquí, ni siquiera narrar lo acontecido que por su inmensidad sería una tarea de por sí inacabada, sólo intentaremos acercarnos desde la palabra y las palabras de otres a lo acontecido, a sabiendas de que Laicrimpo sólo significa cuando se vive.

Entre Ríos fue sede del 28° Encuentro Nacional de Salud Popular Laicrimpo, un encuentro que congregó a 400 personas que se abrazaron, cuidaron, miraron y se fortalecieron en pos de construir una salud inclusiva y autogestiva. La Escuela Almafuerte en La Picada recibió a personas que llegaron de distintos rincones del país: Misiones, Santa Fe, Buenos Aires, Corrientes, Córdoba, Santiago del Estero, Chaco, Tucumán, Formosa, Neuquén, La Pampa, Tierra del Fuego, Entre Ríos y también de países vecinos: Uruguay y Paraguay.


Semillas de este gran jardín

Hace 28 años comenzó la historia de estos encuentros. En ellos confluyen personas que cada año se movilizan el primer fin de semana de noviembre y otres que llegan por primera vez, por eso durante la ceremonia de bienvenida se narró la historia del movimiento y se proyectó el audiovisual de lo acontecido en Formosa en 2017.

Marcela Bobatto y Gerardo Segovia de Misiones tuvieron a su cargo el relato. Según contaron consideran el calendario maya para comprender los ciclos del movimiento. Al primero lo denominaron “Los inicios”: comenzó en los años ‘90 y comprende desde el primero hasta el quinto encuentro. “Las plantas medicinales y la alimentación alternativa ocuparon un rol importante y es donde se concretaron las líneas de acción del proyecto”. El segundo ciclo se denominó “Identidad” y abarca desde el quinto hasta el noveno. En esos tiempos se concibió y se empezó a hacer realidad la idea de “la salud en manos de la comunidad”. Al tercer ciclo lo llamaron “Red de Redes”, su nombre obedece a que empezaron a participar redes y organizaciones de distintas provincias más participantes de otros países. Al cuarto ciclo lo llamaron “Compartimos la vida en diversidad” y transcurrió desde los encuentros N° s 14 al 19. Estos cuatro ciclos cierran el primer momento, en el que el movimiento se fue construyendo como tal y forjó sus bases estructurales.

Para Marcela y Gerardo fue importante hacerse preguntas para narrar esta historia: “¿qué es lo que motiva a tantas personas a participar de  los encuentros? ¿qué  elementos sostienen la base laicrimpera? ¿qué sucede en este encuentro anual donde se juntan cientos de personas en forma autogestionaria, autónoma, con autodeterminación para construir otro camino para la salud colectiva?”. Y compartieron algunas respuestas ─que al pasar por su corazón─ fueron apareciendo para intentar reconstruir este nuevo ciclo al que llamaron del “Buen Vivir, la Tierra sin Males, la Vida en Plenitud”. Y así fueron encontrando lo que llamaron las 10 semillas que mostraron el camino, semillas que se hicieron letras y formaron las palabras que compartieron con todes.

“La primera semilla es la letra A… La del abrazo”, pues es que en Laicrimpo el abrazo al otre se convirtió en símbolo. La A también resonó en afecto, agradecimiento y en el saludo de bienvenida del pueblo Mbya Guaraní: Aguyjevete. La segunda letra-semilla que apareció fue la M. Es en la mirada con les otres donde muches se reconocen. También la M resuena en el movimiento y en la necesidad, que elles advirtieron, de que esos movimientos miren más allá para la construcción de la unidad. “La tercer semilla nos pidió que reconociéramos el sentido del Olfato. Oler es percibir la presencia del otro. Comprender como Movimiento la capacidad de olfatear cuál es el camino a seguir”. La siguiente fue la R, en estos encuentros se conjuga la Reciprocidad en el intercambio, también ocurre en los Laicrimpo la necesidad de resignificar nuestra concepción de salud y enfermedad, como también el cómo nos relacionamos con otres, por ello en la letra-semilla R aparece el respeto y también la resistencia “de las personas y los pueblos ante el permanente acoso del modelo  hegemónico  colonial, capitalista y patriarcal de excluir, exterminar y  de/terminar las condiciones de vida”. La quinta semilla fue la O y trajo la importancia del oír, del sentido auditivo como una instancia para generar una escucha atenta. “Y en ese camino encontramos a la sexta semilla con la letra S, aparecen las palabras Salud y Sabiduría”... Y también otras como solidaridad, sororidad y soberanía. La siguiente que hallaron fue la I, de intuición, integralidad, independencia… de Indisciplina hacia lo instituido. Le continuó la D de diversidad. Si hay algo que caracteriza al Laicrimpo como movimiento es su posibilidad de albergar diversidad de personas. La letra-semilla A apareció otra vez para recordar que Laicrimpo es un movimiento autónomo y que busca la autogestión de la salud a partir de la autodeterminación de las personas, quienes se vuelven decisoras y protagonistas de sus procesos de salud a partir del encuentro de distintos y múltiples saberes. La A también recordó la Alegremia, esa nueva palabra que significa, según Julio Mosalvo, alegría en la sangre.
“Y llegamos a la última semilla, en donde aparece nuevamente la letra D que la relacionamos con la palabra Dignidad... Dignidad de las personas y de los pueblos. Al unir las 10 semillas encontramos la palabra Amorosidad, la Amorosidad Laicrimpera, que se venía gestando desde el origen y se pone de manifiesto principalmente en este ciclo del Buen Vivir, como  el cuidado primordial de la VIDA”.


Bienvenides a la República de la Utopía

“Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos más. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la voy a alcanzar. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”. 

Fernando Birri

“Cuando pasé la puerta de entrada, sentí que entré a la República de la Utopía y estoy muy emocionado, no tenía ni idea”. Durante el Laicrimpo se suceden muchos momentos, cada organización local le imprime una impronta distinta. En Entre Ríos además de los tradicionales talleres, el panel central y la feria acontecieron otras actividades optativas como Rondas de Conversa y una caminata silenciosa por el monte, caminatas que intentan que quien participa conecte con sus sentidos y se permita experimentar el simple estar.

Más de 40 propuestas de talleres confluyeron el sábado durante la mañana y la tarde. 
Algunes acudían por primera vez a este encuentro, otres ya eran habitués de esta gran familia laicrimpera. Encontrarse con otres es dar y al mismo tiempo recibir, es ver y al mismo tiempo verse en el reflejo. En ese andar conociendo, registrando y observando lo que la Laicrimpo es, nos preguntábamos qué es la salud, ¿será que todes entendemos de la misma forma el cuerpo, el cuidado y la medicina? ¿qué nos llevamos de un encuentro de salud popular? ¿qué es Laicrimpo desde la experiencia?

Reflexionaba en voz alta un hombre de Tafí Del Valle: “Hay que vivirlo para contarlo. No tenía idea de que se trataba la Laicrimpo. Y lo que sentí es que es un espacio cooperativo, solidario, aprendí muchísimo”. Y estaba en lo cierto, el encuentro pretende ser ante todo solidario, solidar en la transmisión de los conocimientos, no hay nadie que sepa más que otre, todes tenemos un saber que podemos compartir, y ahí está la nutrición: en el intercambio. Los saberes van pasando de boca en boca, de mano en mano… viajan, se difunden, no son de nadie y al mismo tiempo son de todes.

En Laicrimpo se aprende desde huerta orgánica hasta economía social y solidaria, pasando por yoga, biodanza, danzas circulares o hasta la posibilidad de generar productos de limpieza sin químicos, las propuestas se vuelven diversas para albergar y generar propuestas inclusivas. ¿Es en esta diversidad que podremos vislumbrar pistas de lo que es la salud popular? En palabras de Mabel García de Paraná, asistente y tallerista: “la salud popular es la salud en manos de la comunidad”.
Que la salud esté en manos de la comunidad significa que no existen fórmulas mágicas ni recetas maestras que pueden aplicarse a todes, en el terreno de la salud popular se intenta ver más que tapar, escuchar el cuerpo más que callarlo, integrar y conectar más que discriminar y seleccionar.
Y en ese reencuentro con nuestros propios saberes y haceres, tomamos contacto con saberes ancestrales que van pasando de generación en generación, de cocina en cocina y de abrazo en abrazo. De alguna manera hacernos responsables de la salud es volvernos un poco más libres. El cuerpo es el vehículo de aprendizaje, así lo relataba una mujer: “experimenté lo que es la medicina en mi propio cuerpo. Tuve un ataque de alergia y me dieron tintura de propóleo y se me pasó. Acá cada uno tiene una magia para ayudarte a sanar. Venía buscando un lugar más sano y eso lo encontré aquí”.
Hermandad, energía, transformación, política, amor y fuerza son algunas de las muchas ideas y palabras que sobrevolaban en las cabezas y corazones de aquelles con quienes nos cruzábamos. “Me gustó mucho el encuentro. Hicimos preparados con plantas. Me voy enriquecida”, “Yo vengo a buscar emociones, cargar energías, una aprende de todo un poco, vida sana. Te enteras de muchas cosas”.
Y en esta República de la Utopía también vivían ellas: Rosita de Monteros, Tucumán y Elbina de El Dorado, Misiones, a quienes conocimos caminando por la feria, recorriendo sus coloridos y aromáticos puestos. Verla a Rosita con todos sus productos era entender que la tierra era también salud, medicina y abundancia si une estaba dispuesto a verla, a trabajarla y acompañar sus ciclos.
“Todo lo que acá ves lo elaboramos nosotros. Tenemos harina de maíz, de mandioca, maíz molido, arroz integral, arroz pasado a mortero y variedad de semillas y maíces”.
Rosa se muestra fuerte, trabajadora y alegre. A pesar de tener una pierna ortopédica, nos cuenta que sigue trabajando en el campo a la par de su familia. “He nacido ahí y me he crecido ahí. Trabajaba con mis padres, después con mi marido, después me quedé sola y seguí. Tenemos pollo, pescado, chanchos. Criamos de todo, gallinas ponedoras para los huevos, todo orgánico, usamos abono natural”. A Rosa le gusta viajar a encuentros y ferias, para poder ofrecer su producción, es una manera de acercar y mostrar su manera de trabajar la tierra, de saberse estar en el campo, su hogar desde siempre.
“Dejenme en el campo, donde he nacido, pero no me quiten el trabajo. A las seis de la mañana ya estamos levantados, llueva o no llueva... Si llueve entonces vamos a darle al mortero”. Rosita parecía no saber de farmacias ni verdulerías, la farmacia estaba a pasitos de su casa, en la corteza de los árboles, en sus hojas, en los yuyos y en las flores.


La diversidad para ampliar las voces

En simultáneo a la caminata silenciosa por el monte que emprendieron muches, acontecieron tres Rondas de Conversa, una modalidad de diálogo que invitó a les participantes a ahondar en sus propios procesos y elegir dónde estar. Tres Rondas se armaron en el pasto al caer el sol. En cada una de ellas se debatió, deconstruyó y se compartió el andar de quienes se organizan con otres en pos de construir lo que quieren y cómo desean vivir.

Las mujeres en la ronda sobre Feminismo, Autonomía y Salud reflexionaron sobre el Laicrimpo como un espacio de empoderamiento para las mujeres: “ver a las abuelas y escucharlas, la sabiduría que traen”. Además problematizaron “el rol exclusivo de las mujeres como cuidadoras propias y de otros en la alimentación, salud y familia, que deviene en trabajo de cuidado y doméstico no remunerado, ni reconocido o visibilizado”. En ese marco, remarcaron “el problema de las mujeres en el ámbito rural cuya jornada de trabajo es muy extensa e intensa”. Asimismo declararon al laicrimpo como ecofeminista y proyectaron “un Laicrimpo feminista, inclusivo y diverso que pueda visibilizar las disidencias sexuales incluidas para no reproducir binarismos heteronormativos”.

En la Ronda sobre Movimientos se presentaron diversas experiencias que en forma transversal abordan la salud. Los participantes pudieron conocer sus historias y los objetivos que los atraviesan. El Movimiento de Salud por los Pueblos es una organización que nació en el año 2000 para nuclear activistas en salud de todo el mundo. El Movimiento tiene presencia en más de 70 países, y quienes lo integran están involucrados en temas que van “desde el acceso a atención primaria integral de salud, la corporatización de la gobernancia mundial hasta la salud y el impacto del comercio y las industrias extractivas sobre la salud”. También en esta Ronda se presentó el trabajo que viene desarrollando la Red Calisas: Tejiendo Redes para la Soberanía Alimentaria, un espacio de integración y articulación de cátedras libres y abiertas y colectivos afines que vienen trabajando en torno al concepto que la Vía Campesina forjó en 1996, que es el derecho de todos los pueblos a definir sus propias políticas de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación. En ese marco también el Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (Maela) narró su historia y comentó su concepción de la agroecología como “un sistema de principios, acciones y saberes en el campo político, social, cultural y productivo, en el territorio y las comunidades que parte de los saberes campesinos e indígenas y genera transformaciones en los sistemas agroalimentarios, garantizando la soberanía alimentaria”. También comentaron sus experiencias el Movimiento de Bio Salud y el reciente movimiento creado La Internacional de la Esperanza, quienes tendrán su próximo encuentro en Cuba.

Cultura Viva Comunitaria (CVC) y Educación Consciente (EC) decidieron debatirse juntes porque ambos tienen en común la búsqueda de autonomía, el ejercicio consciente, la no competencia y la colaboración mutua como rasgo de construcción. Les participantes se relataron sus búsquedas: la EC se plantea como una forma pedagógica a través de la cual se busca transformar a les padres, en lugar de adaptar a sus hijes a sus expectativas. La CVC es una organización de organizaciones que crecen en el continente al calor de propiciar una legislación que las tenga en cuenta y destine una parte del presupuesto nacional al desarrollo de sus labores en las comunidades que actúan. Entre el 10 y 17 de mayo de 2019, se desarrollará el IV Congreso Latinoamericano de Cultura Comunitaria que será en Argentina bajo el lema “Territorios para el Buen Vivir”.


Agroecología… camino Esperanzador para el Buen Vivir

“¿Quiénes somos? Campesinos… ¿Qué queremos? Tierra, Trabajo y Justicia”, el canto vibró en el salón donde la confluencia de luchas y movimientos dio vida al panel que se desarrolló el domingo por la mañana, antes del plenario general por regiones y de decidir que Santiago del Estero será la próxima sede del encuentro.

“Vengo de Córdoba, no sabía de qué se trataba el Encuentro y me gustó mucho, la buena onda, la cocina, los talleres. Muchas cosas para compartir y para intercambiar”, las palabras del médico Gabriel Ernesto Guevara, quien llegó junto a Susana del Movimiento Campesino de Córdoba para contarnos sus luchas y su organización. “Es una linda experiencia participar del Laicrimpo. Se ve que a lo largo de los años han hecho bien las cosas, por eso se sostiene el Encuentro. Tiene afinidad con el horizonte del MOCASE”, en el testimonio de uno de los jóvenes que llegó del Movimiento Campesino de Santiago del Estero hallamos el por qué este panel se integró por movimientos campesinos, pues hay una confluencia entre Laicrimpo y elles, un horizonte común, una utopía compartida, un entender que lo personal es político y que nuestros cuerpos son los primeros territorios en disputa. Por ello también inició el conversatorio Mariela Leiva de la Campaña Paren de Fumigar las Escuelas, quien nos narró la lucha docente contra las pulverizaciones y la importancia del reciente fallo que han logrado junto al Foro Ecologista para detener el envenenamiento alrededor de las escuelas rurales. También desde Entre Ríos, Tincho Martínez nos contó la experiencia de la Granja Agroecológica La Porota, una isla de resistencia en La Picada que busca a partir de diversos proyectos generar producciones agroecológicas.
El panel fue moderado por un ingeniero agrónomo local, Alberto Kipen, y quien cerró fue Alicia Alem del Maela, que nos planteó ─al narrar la articulación del Maela en una alianza mundial junto a otros movimientos─ un interrogante central: ¿para qué es necesaria la unidad?


Dos corazones latiendo una misma melodía…

“Tengo dos corazones, tengo dos. Uno late en mi pecho, el otro debajo del mar y cuando lo despierto el otro empieza a soñar, sabe soñar”

(Canción cantada al finalizar el plenario general del Encuentro. Verónica Condomi)

Cuando nos encontramos con ellas nuestros corazones latieron distinto, por ello quisimos conocerlas, porque intuimos que sus caminos han sido andados con el corazón. Darle lugar a la intuición es abrirse a que llegue la magia, abrirse a conocer con todos los sentidos, sin selecciones previas, animándose a recorrer un sendero incierto y por eso mismo alentador... aliento que nos llevó a conversar con Isabel y Alicia.

Isabel Aquino, hija de Silvana del pueblo Mbya Guaraní y Ramón del pueblo Mocoví, llegó a la Laicrimpo desde Wanda, Misiones. “Vivo en la chacra 33, en Barrio San Francisco, un lugar que se hizo con gente que está en la tarefa, es un lugar que recuperamos, estamos haciendo una transición en ese lugar hacia la agroecología”. Para Isabel estos encuentros son espacios ante todo de intercambio: “Laicrimpo es un espacio donde unx viene a vivir, a ver y a sentir una vida dentro de otra vida, este espacio es un espacio de encuentros, de amorosidad, donde se comparten saberes, haceres, es un espacio de formación, aprendizaje y sabiduría. Hay muchos talleres que nos aportan una mirada más holística del cuerpo humano”. Y en este compartir, en este dar y recibir, Isabel nos cuenta: “vengo a compartir los secretos de las hierbas, esta conexión, en realidad con la madre tierra. Todas las hierbas están ahí para acompañarnos, toda la energía invisible que ellas tienen, una las siente y ellas también nos sienten también a nosotros. Al tomar con esa fe, con esa confianza y seguridad, sabiendo de que ellas son otra vida y que tienen muchísima energía para compartirnos”.
Para Isabel todo es medicina, así se lo enseñaron sus padres, así lo vive en su chacra. “Vengo de una comunidad muy grande, que es mi familia, somos 18 hermanos, mis padres no sabían leer ni escribir, pero sabían leer el viento, la lluvia, las estrellas, la luna, la tierra, los animales, cuidaban y valoraban porque para ellxs todo era medicina. Tenemos una sola casa grande decía mi madre, que es el universo, no tenemos otra, es la única, esta es la que tenemos que cuidar, que es la energía en la cual todxs vibramos”.

“Soy Alicia Alem, soy agricultora familiar de Cañuelas provincia de Buenos Aires. Mi organización de base es una cooperativa agropecuaria, que además integra el Movimiento Agroecológico de América Latina y El Caribe (Maela), soy parte del Maela e integro el consejo continental”. Alicia recuerda su primera participación en el Laicrimpo y remarca que fue cuando el Movimiento se estaba integrando al Maela y relata que aquellas organizaciones que deciden integrarse los vivencian un año. “Incorporarse implica continuar con las resistencias y las luchas que cada organización tiene en sus territorios, compartirlas, nutrirlas del hacer de otras organizaciones y entender que para transformarnos tenemos que dar la lucha desde lo político también… Porque muchas veces a la agroecología la entendemos sólo como el cuidado del ambiente o también inclusive desde un desarrollo económico -siempre dentro de la economía social y solidaria-, no obstante desde el Maela la vemos integralmente: lo social, político y cultural. En todas esas dimensiones implica un compromiso de una construcción por una lucha que venimos dando en los territorios a nivel continental y a nivel mundial. En todas las regiones de nuestra América las luchas son las mismas. Estar en Maela es ir capacitándonos, intercambiando experiencias, asumir algunos roles y avanzar en esta construcción transformadora”.
En Alicia las palabras organización, política y lucha se repiten. Ella entiende la necesaria relación que tienen e incluso parecen ser su propia medicina: “Para estar bien con uno mismo te tiene que importar lo que pasa a tu alrededor y sino no podes estar bien con vos mismo y nosotros hicimos eso a lo largo de nuestras vidas y lo seguimos haciendo”.
“Nací en una familia de agricultores, desde chiquitita vivo en contacto con la naturaleza y la producción rural. Siempre digo que una de las riquezas más grandes que me dejaron mis padres es la capacidad de ser feliz con lo simple y con la naturaleza. Recuerdo por ejemplo la primera fruta de los árboles -que teníamos más de cien-, el primer fruto era cosechado en familia y lo compartíamos… era una ceremonia”. La ceremonia del alimento subyace en su relato, un alimento que se vuelve medicina: “No tomo ningún remedio, por suerte los dos no tomamos nada de medicina ─Alicia se refiere a su compañero─. He tenido problemas de salud pero pienso en que mis abuelas y mi madre nos curaban con las hierbas naturales, y a través de la alimentación. Nosotros cuando nos sentábamos a la mesa sabíamos por qué comíamos lo que comíamos. La conversación en la mesa era la forma de educarnos, cómo tenemos que alimentarnos y por qué, y también el estar bien con uno mismo, eso también hace a una buena salud”.
─¿Cómo haces para que esta lucha no te quite fuerzas, todo ese trabajo te resta tiempo de estar en tu tierra?
─No me quita fuerza, al contrario, me motiva y me da fuerzas. Muchas veces se nos caen las producciones, pero logramos que nuestros compañeros o hijos se hagan cargo, es una elección de vida. Creemos y sabemos que tenemos la capacidad de remontar cualquier producción, cuando se nos cae la volvemos a hacer. Porque hemos asumido que el cambio tiene que ser político y estructural. Alicia y Daniel comprendieron que debían salir de su tierra y organizarse con otres para la transformación y que el sembrar no es sólo en la tierra sino también en las conciencias.


Hacia Santiago, hacia la Tierra sin Mal

Pasará un año hasta que el abrazo revolucione otra vez los cuerpos, un año hasta que Santiago del Estero sea por primera vez sede del Laicrimpo. Hasta entonces, cada participante seguirá vibrando la salud popular que experimentó. El camino del buen vivir no tiene un punto de llegada, es un camino que se construye en el día a día, desde los actos más pequeños y aparentemente imperceptibles. Laicrimpo nos viene a recordar eso también, la inmensidad y el misterio de la vida, vida que muches elegimos caminar arrimándonos, amuchándonos con otres, para encontrarnos y reconocernos familia.



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