Agroecología: disputa política

La Madre Tierra es nuestra

La disputa política de la agroecología

(Revista Barriletes de Junio 2017)


                                                             Por Daiana Pérez



Una constelación, en astronomía, es una agrupación convencional de estrellas, cuya posición en el cielo nocturno es aparentemente invariable. Los pueblos, generalmente de civilizaciones antiguas, decidieron vincularlas mediante trazos imaginarios, creando así siluetas virtuales sobre la esfera celeste. En la inmensidad del espacio, en cambio, las estrellas de una constelación no necesariamente están localmente asociadas; y pueden encontrarse a cientos de años luz unas de otras. Lo siguiente pretende ser una sencilla constelación de movimientos y actores en torno a la agroecología (AE) y la soberanía alimentaria, una agrupación arbitraria de personas y colectivos que como las estrellas, iluminan y marcan otros rumbos para pensar los modelos agroalimentarios. La vinculación obedece a trazos que se van gestando en el camino, y reconociendo y celebrando la inmensidad de experiencias que existen –que sí son muchas-, aquí sólo encontrarán algunas. La silueta virtual que dibujaremos tendrá estrellas que trabajan en forma asociada por diversos motivos, con una causa común: la construcción de un sistema que produzca conocimientos y alimentos para la vida.

El rostro de Berta Cáceres (1) sobresale en la pantalla. Con su fotografía termina una de las charlas que inauguró la apertura de los cursos 2017 de la Escuela Vocacional de Agroecología (EVA), que lleva adelante la granja agroecológica La Verdecita en Santa Fe. Silvia Vidal dialogó sobre Mujeres y Agroecología: de productoras a sujetos políticos. Otras imágenes aparecieron: Sofía Gatica, Vandana Shiva, integrantes del 4 Congreso de Mujeres integrantes de Vía Campesina, las madres del monte del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), mujeres originarias marchando por el buen vivir y también las que integran La Verdecita. ¿Qué tienen en común todas ellas? Para Silvia han sido las mujeres las primeras en organizarse y resistir los desafíos de la expansión del modelo agroindustrial. “Así las mujeres dejan de ser cuidadoras comunes, porque ante la amenaza hacia los modos de vida, salen y se convierten en sujetos políticos. Las mujeres movilizan los territorios en un proceso sinuoso, adquieren voz y empiezan el difícil camino a la autonomía. Hay un trabajo de involucramiento, que salva vidas, crea comunidad y crea derechos”.
La EVA “nace de la necesidad de implementar un espacio formativo y de alfabetización política, tendiente a construir simultáneamente tanto saberes ecológicos como prácticas sostenibles en amplio sentido: ambientales, familiares y comunitarios. EVA está sostenida por tres pilares fundamentales y que le dan sentido a su existencia como espacio no sólo formativo, sino reflexivo y autogestionario”. En 2017 ofreció una nueva propuesta de aprendizaje el curso de Agroecología urbana “Sembrando semillas de autonomía”. (Más info: http://escuelaeva.blogspot.com.ar/)

La Agroecología, una respuesta a la modernidad capitalista
El encuentro que se realizó en febrero en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en Santa Fe, inauguraba dos cursos: el de promotores en agroecología y agroecología urbana. También allí se esperaba la disertación de Eduardo Sevilla Guzmán quien no pudo asistir. Al ingeniero agrónomo lo cruzamos un tiempo antes en el Encuentro Regional de Agroecología que se llevó a cabo en Agosto de 2016 en Montecarlo Misiones. “La agroecología como estrategia de enfrentamiento a la modernidad capitalista”, fue el título de la disertación con la que cerró la jornada, en la que tuvo como rol reflexionar sobre la instancia de aprendizaje e intercambio que duró tres días.
El ingeniero agrónomo se hace agroecólogo cuando se da cuenta de la deformación que han hecho en él cuando ha estudiado agronomía, entonces cuando aprende de la gente que maneja los recursos naturales desde su ecosistema con el conocimiento local que existe allí y que ve la semilla no como un recursos genético sino como el producto de la co-evolución del hombre en ese agroecosistema, se da cuenta que está hablando de otra cosa y eso quien te lo dice son los pueblos originarios que han hecho eso simple”, manifestó en una de sus intervenciones luego de escuchar al coro de jóvenes y niños de la comunidad guaraní Ka Aguy Miri Rupá de Misiones. Lo que intenta manifestar a través de su afirmación, el ingeniero español, es la necesidad de un Diálogo de Saberes. Premisa básica en la interacción de los sujetos en torno a la producción –productorxs, campesinxs, técnicxs y extensionistxs-, independientemente de que su conocimiento científico corresponda a la agronomía u otras ciencias. Por su profesión y experiencia, explica que en la “lógica agroecológica el conocimiento técnico-productivo se genera a partir del diálogo de saberes. Trabajamos con agricultores que tienen un pensamiento local campesino-indígena que es distinto al científico y nos muestra una serie de valores vinculado a lo que ellos hacen. Entonces el dialogo de saberes implica eso, que nosotros aportemos en lugar de hacer trabajar desde el punto de vista científico donde hay un sujeto y un objeto”.
En la presentación de cierre, Sevilla Guzmán, repasó sintéticamente la historia de la AE, a la cual definió como una construcción popular que se inicia a partir de la alianza entre campesinos e indígenas con técnicxs, que con diversas experiencias y articuladas con algunas ONGs se desarrolló en América Latina. El surgimiento se da en los años ´70 “como respuesta a las primeras manifestaciones de la crisis ecológica y social en el campo, generada por la intensificación del desarrollo del capitalismo en la agricultura”. Luego plantea tres etapas: la de los años ’80, de resistencia y construcción campesino-indígena; la segunda, donde se consolida el Diálogo de Saberes y hay una hibridación tecnológica más una propuesta socioeconómica. La tercera etapa –primera década del 2000- se caracteriza como de “construcción y liberación sociocultural y política por la articulación con los movimientos sociales y la presentación de su alternativa a la Modernidad Capitalista”.
En “La Agroecología como estrategia de emancipación”, el español manifiesta que un elemento clave en el proceso fueron las metodologías y dinámicas participativas de análisis y diagnósticos; primero entre los grupos campesinos-indígenas y más tarde entre éstos y los técnicxs. Ello se convirtió en “una estrategia de construcción epistemológica surgida de una praxis de enfrentamiento a la modernidad capitalista”. Luego se “percibió la necesidad de ampliar el enfoque socioeconómico a lo largo del proceso de circulación de sus productos hasta alcanzar al consumidor”. Ahí explica la importancia de la interacción de los productores con los consumidores, esto se relaciona con el planteo de múltiples organizaciones de considerar el consumo como acto político.
Y es a partir de allí que la AE no puede ser pensada sólo como una herramienta técnica-productiva sino que amplía su esfera para pensarse como movimiento. Alicia Alem es una agricultora familiar de Cañuelas, Buenos Aires y junto a la organización APF a la que pertenece forman el Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (MAELA), en su paso por Misiones disertó en dos ocasiones y nos recordó la importancia de considerar a la agroecología en forma holística e integral, no sólo como una sustitución de insumos. “Desde ahí consideramos que el desafío es profundizar lo que venimos trabajando desde las organizaciones de base, desde los territorios con el Estado y exigirles a los funcionarios gobernantes que se interioricen de cuáles son los daños que causa el modelo convencional de agricultura con el uso de agrotóxicos, pero también en su dimensión social con la explotación de la mano de obra, la concentración de la tierra y la riqueza, de no permitir el acceso al agua de algunas comunidades, de la lucha de los movimientos sociales para que no prospere la ley de semillas de Monsanto u otras similares que quieran patentar, privatizar la semilla y que es la concentración del poder sobre la vida de todos”.
En el primer día del encuentro regional en Misiones se realizaron visitas a diferentes predios para conocer las experiencias de cooperativas y productorxs agroecológicos. En ese marco continuamos el diálogo con Alicia Alem.
¿Ustedes lo toman como un valor agregado para diferenciar el precio al ser un producto agroecológico?
Nosotros tratamos de trabajar el precio justo. Sí lo tomamos como valor agregado. Pero los precios los trabajamos en base a los costos de producción, considerando el trabajo y que te permita vivir de la producción. No es el mercado el que fija los precios sino somos nosotros y nuestro trabajo.
¿Hay diferencias entre un producto orgánico y agroecológico, sobre todo por lo que deviene de lo orgánico cuando está certificado?
Nosotros no hacemos la diferencia sino porque consideramos que lo agroecológico es holístico tiene la dimensión política, social y económica, mientras que lo orgánico se lo toma más que nada como en base a las técnicas de sustitución de insumos para la producción, nos parece que lo orgánico es una partecita de lo agroecológico.

La diferencia a la que hace alusión se relaciona con la producción orgánica certificada y la agroecológica. Para comprenderla, evocaremos el trabajo que realiza Santiago Sarandón junto a Luciana Flores en ‘Agroecología: bases teóricas para el diseño y manejo de agroecosistemas sustentables’. “La confusión más habitual es entender a la Agroecología como un estilo de agricultura, como una serie de recetas o normas que prohíben ciertos productos o prácticas. El término es utilizado casi como un equivalente al de agricultura orgánica, biodinámica, permacultura o agricultura ecológica” (Sarandon & Flores, 2014: 55). El ejemplo más claro que aparece en el libro es aquel tipo de agricultura que se limite a la no utilización de productos de síntesis química para cumplir con alguna exigencia de certificación pero que no mantenga ni reproduzca la diversidad biológica o cultural. Es decir, la agroecología pone en juego la biodiversidad y la sociodiversidad.
Para uno de los creadores de la cátedra de agroecología en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata, “esta agricultura que trata apenas de sustituir insumos convencionales por insumos ecológicos u orgánicos, muchas veces para mercados ‘de elite’ donde se paga un sobreprecio por productos más sanos, difícilmente contemplará todos los principios derivados de la Agroecología”. La producción orgánica busca cuidar la salud del ambiente y el consumidor al igual que la AE. Sin embargo, ésta última va más allá porque entiende por sano aquel producto sin tóxicos, sin sustancias que dañan los ecosistemas, sin una historia u origen con relaciones económicas de explotación.




Un saber en disputa
En Agroecología Campesina, Por la Soberanía Alimentaria y la Madre Tierra, experiencias de la Vía Campesina, los pueblos que integran este movimiento internacional autores y constructores del concepto de la Soberanía Alimentaria, ubican a la agroecología como pieza clave de su cosmovisión y para la defensa de la madre tierra. “Creemos que el origen de la agroecología está en el conocimiento acumulado y los saberes de los pueblos campesinos, sistematizado por un diálogo entre los diferentes tipos de conocimientos (“Diálogo de Saberes”) para producir la “ciencia”, el movimiento, y la práctica de la agroecología. Al igual que las semillas, la agroecología es un patrimonio de los pueblos del campo, por lo cual debe estar al servicio de la humanidad y de la Madre tierra, libre de costos o patentes. Es “nuestra” y no está en venta”. Para ellos, la agroecología está en disputa e insisten en diferenciarse de la visión institucional de la misma con su concepción. Pues la suya es política, es una alternativa a la agricultura industrial, un modo de vida, una opción para transformar la producción de alimentos. Para Vía Campesina, el movimiento internacional que surgió en 1993 y que agrupa a mujeres, hombres, ancianos y jóvenes campesinos, indígenas, jornaleros, trabajadores rurales sin tierra y otros pueblos del campo; la verdadera agroecología es “transformadora y emancipadora”.
En esta misma línea Omar Girardo y Felipe Rosset en “La Agroecología en la encrucijada”, argumentan que al estar de “moda”, la misma corre el riesgo de ser “cooptada, institucionalizada y despojada de su contenido político”. Para salir del dilema nada mejor que volver a la fuente: “La agroecología es política, nos exige desafiar y transformar las estructuras de poder en la sociedad. Debemos poner en manos de los pueblos que alimentan el mundo el control de las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, el agua, los saberes, la cultura y los bienes comunes”, nos gritan los pueblos en la Declaración del Foro Internacional de Agroecología, que se celebró en Nyéléni, Mali, en febrero de 2015.

CASA
La Soberanía Alimentaria es un derecho que busca indagar sobre el fin último de un sistema agroalimentario. Qué se produce, quiénes producen, por qué, cómo y dónde lo hacen, son preguntas que esencialmente deben hacerse para transformar la alimentación, entendida como un derecho humano básico. La Soberanía Alimentaria, es definida por Vía Campesina como, el derecho de cada pueblo y de todos los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos a fin de garantizar una alimentación cultural y nutricionalmente apropiada y suficiente para toda la población.

La generación de conocimientos y nuevos saberes en torno a ella se vuelve una acción fundamental. Esa es la propuesta de un grupo de estudiantes, graduados y docentes de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la UADER: Generar y compartir conocimientos para construirnos soberanxs.
Belén Kranewitter, Joaquín Martínez y Jorgelina Welsch son tres de los integrantes del grupo quienes, inquietos ante las problemáticas de la alimentación y atravesados por “el pasaje en la cátedra de geografía rural”, crearon la Cátedra Abierta de Soberanía Alimentaria (CASA).
Comparten los mismos interrogantes y conocieron la “soberanía alimentaria y la agroecología”, cuando cursaron la materia Geografía Rural, a cargo de María Laura Visintini, directora del proyecto. “En principio surgió porque compartía tiempos con Joaquín, los conocimientos de la cátedra y porque sentí la necesidad de seguir vinculada a las temáticas que en lo personal me atraviesan bastante. Soy de una localidad más chica donde esas realidades, sobre todo las que tienen que ver con las consecuencias de los agroquímicos y el modelo se ven de cerca. Vi como la familia de mi madre cambió los modos de producción y de vida. Muchas cosas se perdieron en el proceso de urbanización”, narra Belén quien vive en Valle María, departamento Diamante.
¿Por qué eligieron la figura de una cátedra abierta?
─Lo que más nos interesaba del espacio que implica una cátedra abierta es que se pueden abordar contenidos y saberes que no están incluidos en la currícula o en ámbitos académicos. Que no se ven en las cátedras y son problemáticas graves y actuales. Queríamos traerlos a la facultad y generar un espacio abierto a la comunidad, no sólo al interior de la universidad. Y lo que tiene de bueno es que invita a una continuidad, no es que termina en un año, puede seguir incluso más allá del grupo que lo inicia, quizás si nosotros no estamos la cátedra siga - explicó Joaquín.

Para Jorgelina, graduada y docente de geografía, la experiencia de iniciar una cátedra abierta se relaciona con la posibilidad de articular con las escuelas. “Hace dos años que trabajo con huerta orgánica en la escuela y es un tema que está en boga actualmente y que a los chicos les interesa. Es una escuela rural, la mayoría trabaja en el campo y están en contacto permanente con los agroquímicos, entonces nosotros les mostramos otra manera de hacer las cosas, distinta a la que ellos están acostumbrados. Intentamos desnaturalizar una visión que tienen desde chicos”.

La cátedra propone seis encuentros, donde se realizará una mesa-debate sobre Soberanía Alimentaria como “eje transversal” e irá acompañado de otras temáticas relacionadas, con personas invitadas a integrar el panel y coordinadores. El primero y segundo encuentro se realizaron en abril y mayo. Tuvieron como disertantes a Dr. Damián Verseñazi (Docente FCM-UNR- Tribunal Monsanto), Andrea Graciano Licenciada en Nutrición (UBA), Med. Vet. Eduardo Spiagi (FVETER-UNR), Med. Vet. Natalia Sosa (técnica de terreno en el Equipo Costa de la delegación Santa Fe de la Secretaría de Agricultura Familiar), Lic. Julia Colla (Adscripta a la cátedra Geografía Rural- FHAYCS-UADER).

Próximos encuentros de la Cátedra Abierta de Soberanía Alimentaria (CASA)
EJE 3º: Agroecología: un paso hacia la soberanía JUNIO
Ing. Ag. Nicolás Indelángelo (grupo Cambio Rural en transición agroecológica-Escuela Normal Rural J.B. Alberdi-FHAYCS-UADER)
Leonardo Kôstner (productor María Grande grupo Cambio Rural en transición agroecológica)
Alicia Schwartzmann (productora de Basavilbaso, asamblea de pueblos fumigados)
Coordinador: Martín Martínez (La Porota, granja agroecológica)
Contenidos: Transición agroecológica - experiencias agroecológicas - producción alternativa - tensiones entre modos de producción- abanico de sujetos sociales.
EJE 4º: Economía social: acercamiento productor-consumidor AGOSTO
Fernanda Alvarez (La Semillera orgánica)
Violeta Pagani (Red de comercio justo del Litoral-Almacén ambulante)-
Med. Vet. Sergio Dumrauf (IPAF-INTA/UNLP-Trabajador Social)-
Pablo Aristide (La CALISA - UBA)
Coordinador: Lic. Lucas Cardozo (FCJS-UNL)
Contenidos: Sociología de los alimentos - Características del mercado de productos agroecológicos
EJE 5º: Mujeres y alimentos SETIEMBRE
Chavela Zanutig, (Granja Agroecológica La Verdecita)
Jorgelina Welsch (Estudiante de la carrera del Prof. y Lic. en Geografía. FHAYCS-UADER)
Tatiana Arzamendia (Antrópologa del RENAF)
Coordinadora: Prof. Ma. Laura Visintini (FHAYCS-UADER)
Contenidos: rol de la mujer en la producción - Doble jornada - Invisibilización del trabajo femenino
EJE 6º: Debates legales OCTUBRE
Dra. Maria Eugenia Marichal (FCJS-UNL-CONICET)
Marco Filiardi (La CALISA –Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria-FCA-UBA)
Coordinadora: Aldana Sasia (Foro Ecologista de Paraná)
Contenidos: Nueva figura legal: ecocidio - Antecedentes - Tribunal monsanto - Ley de semillas. Derecho ambiental: principio precautorio.

MÁS INFO: soberaniaalimentariaparana.wordpress.com


CÁTEDRAS ABIERTAS
En Argentina existen diversas cátedras de soberanía Alimentaria. Algunas abiertas, otras libres y todas comparten un objetivo común: problematizar el sistema agroalimentario actual, proponer un modelo de producción-alimentación diverso, y gestar conocimientos que desnaturalicen los procesos de desarrollo y las relaciones socio-culturales, políticas y económicas detrás del derecho a la alimentación.
En La Plata existe la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria que ya es una materia optativa de grado para múltiples facultades, y como seminario optativo para otras. En la Universidad de Buenos Aires existen dos experiencias. Una en la Facultad de Nutrición y otra en la de Agronomía. Otros espacios se han generado en la Universidad Nacional de Comahue y también en Gualeguaychú, la Facultad de Bromatología de UNER tiene su cátedra libre y en la Facultad de Ciencias de la Educación existe un Proyecto de Extensión sobre Soberanía Alimentaria y Comunicación Comunitaria.
El ingeniero Agrónomo, Carlos Carballo, de la Cátedra que actualmente funciona en la Facultad de Agronomía de la UBA, estuvo hace algunos años en Concordia y Oro Verde y complejizó el rol de la universidad en torno a éstos temas. Para nosotros el educar no es instruir. Es educar para la vida, con toda la complejidad y profundidad que ello implica. Investigar, pero no cualquier cosa, sino que queremos investigar para transformar”. Respecto a la extensión, el profesor comparte una metodología que para ellos es trascendental: pensar globalmente y actuar locamente. “Si perdemos la percepción de lo global, lo más probable es que nos equivoquemos, que terminemos haciendo caridad o asistencialismo, y no colaborando con la transformación de la sociedad”.
En ese sentido, también reflexionó sobre la importancia de una comunicación para la acción y del debate de las políticas públicas en los ámbitos académicos. “Es clave, absolutamente clave, y el déficit más fuerte que tenemos quienes trabajamos estas problemáticas: no comunicamos adecuadamente lo que hacemos, lo que sabemos y proponemos. No nos paramos a reflexionar cómo compartir los resultados de nuestras experiencias. Hay un déficit que quisiéramos destacar: falta información y comunicación adecuada de instrumentos para la acción. Estamos saturados de información que no sirve para nada. Y nos está faltando información útil para la toma de decisiones. Finalmente, nos parece que es un rol fundamental de la Universidad pública debatir políticas públicas. La Universidad tiene que ser un lugar privilegiado para ello y debiera ser obligatorio.”


Toda figura arbitraria tiene un punto de fuga y para completar la constelación, las palabras de Juan Cáceres (2) –productor familiar de Tres Isletas Chaco y Coordinador del MAELA-, sintetizan y hacen eco: “Vengo del viejo modelo, promocionamos en el ‘72 y ‘73 la soja porque el algodón ya no iba más, entonces yo conozco la soja de arriba hacia abajo y lo que hoy se está haciendo nada tiene que ver con la producción de soja, sino que es un paquete tecnológico impuesto que tiene cautivos a los productores, que son esclavos de las multinacionales. Yo renuncié a mi tarea porque me estaba matando, y yo quería vivir, pero eso era lo que había conocido o que sabía hacer. Entonces a partir de ahí cuidé mi finquita, me largué a integrarme a la sociedad con los compañeros, a armar una feria, un grupo, una asociación y no me arrepiento porque tengo salud, así que la experiencia para mi es gratificante me renueva cada día. Esto es una gran lucha que tenemos y que seguro la vamos a ganar porque la organización vence al tiempo”.


(1) A decir de Ignacio Ramonet en la edición de Abril 2016 de Le Monde Diplomatique, a Berta Cáceres la mataron “Por ambientalista. Por insumisa. Por defender la naturaleza. Por oponerse a las multinacionales extractivistas. Por reclamar los derechos ancestrales de los Lencas, su pueblo indígena”. Honduras, desde el golpe de estado de 2009 que derrocó a Manuel Zelaya se ha convertido en uno de los países más violentos y empobrecidos del planeta.


(2)Testimonio de Juan Cáceres en Documental, Encuentro de Agroecología NEA. 2016

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