Resistencia mapuche

Luchar o dejar de existir
(Revista Barriletes Abril 2017)



Por Carolina Gómez

Soy un niño salvaje, inocente, libre y silvestre
Tengo todas las edades, mis abuelos viven en mí.
Yo soy hijo de la tierra, solo se compartir
Se que todo es de todos y que todos viven en mi”
[Canto de un pichikeche (niño) en el Pu Lof en resistencia Dto. Cushamen, Cura Mapu]


¿Cuándo fue que el hombre dejó de sentir el abrazo del viento sobre la piel de su espalda,
cuándo fue la última vez en que te presentaste ante el mundo con tu rostro de piedra, le cantaste a los espíritus, dejaste que el agua corriera por tus grietas, y con las gotas que caían de la punta de tus dedos regaste las tierras que ahora lloran sumergidas bajo el miedo?
Hay de esos tiempos en que seguiríamos siendo hermanos,
abriríamos los ojos para saludar a la mañana
Mari Mari diríamos y seguiríamos siendo tierra y cielo ante la mirada de la naturaleza”
[Intro canción “Nuestro Mensaje” Che Joven]



Cura Mapu así se llama esta región, al este de la cordillera de los Andes, donde las piedras, imponen su presencia en la inmensidad del paisaje patagónico, donde el viento sopla fuerte, desparramando historias de amor y lucha, compartiendo sus memorias.
Historias de un pueblo conciente de que ha llegado la hora de levantarse y alzar la voz contra el despojo sistemático de sus tierras y con ellas también de sus maneras de ser y habitarlas. Recuperar el territorio es el primer paso para volver a ejercer la libre autodeterminación como pueblo preexistente al estado nacional. Desde el Pu Lof (conjunto de comunidades) en resistencia Dto. Cushamen, Cura Mapu, una humilde crónica de mi paso por estas tierras áridas donde la historia se escribe con el cuerpo y se cuenta con la mirada.


SIN TERRITORIO NO HAY PUEBLO QUE EXISTA
El Pu Lof en Resistencia, Dto. Cushamen se encuentra al noroeste de la actual provincia de Chubut, sobre ruta nacional 40 entre las ciudades de Esquel y El Maitén. Allí se lleva a cabo desde el 13 de Marzo del 2015 un proceso de recuperación territorial por parte de familias del pueblo mapuche, integrantes a su vez del Movimiento Mapuche Autónomo Puel Mapu (MAP). Movimiento que tiene como fundamento recuperar tierras productivas y sagradas por, desde y para las comunidades, a partir de las cuales puedan desarrollar lo que ellxs llaman el mapuchengen, el ser mapuche de forma íntegra y ejercer una verdadera autonomía tanto territorial como política.
Son varias las familias que decidieron ponerle el cuerpo a la lucha, sabiendo que el camino sería arduo y que los intereses tanto económicos como políticos dentro del territorio eran muy grandes, pero que sin embargo no había opción si lo que se buscaba era tener una vida digna.
En estos casi dos años que lleva la recuperación, el Pu Lof en resistencia ha sufrido 10 intentos de desalojo, en los cuales las autoridades provinciales y nacionales han hecho uso de la fuerza intentando desarticular la lucha, estigmatizar al pueblo mapuche y silenciar su mensaje hacia el resto de las comunidades.
Lo que se busca es deslegitimar una lucha que como expresan desde la comunidad, no es solo para su comunidad sino para el resto de los pueblos que también sufren actos de injusticia en sus territorios:

La cosmovisión del pueblo mapuche es la que ha sostenido a este pueblo durante miles de años en este espacio, primero con la corona española y luego con el estado argentino hemos sufrido un avasallamiento, y realmente en este punto de la historia estamos en un momento crítico donde no nos queda otra que luchar o dejar de existir. Nosotros como todas las comunidades que conforman esta recuperación optamos por seguir existiendo, por defender la vida, por una vida digna no solo para el pueblo mapuche sino para todos los pueblos, por eso invitamos a todos los pueblos a manifestarse de todas las formas posibles contra todos los actos de injusticia que se vienen sufriendo” (werken, vocero del Pu Lof)
El mensaje es claro y preciso, es necesario levantar la voz, alzar la mirada y buscar la unidad de todo el pueblo mapuche. Ya son muchos años de opresión, de silencio y de vivir bajo mandatos y formas ajenas a la propia cultura.
Es una lucha que echa luz a cuestiones y situaciones que se repiten a lo largo y ancho del país. La recuperación del territorio ancestral plantea objetivos que van más allá de la simple obtención de una porción de tierra donde vivir. El inicio de este proceso de reconstitución de la cultura mapuche dentro del territorio implicó un golpe para muchas instituciones del Estado como también para muchas personas que se adjudican el título de “dueños legítimos” de la tierra. Estamos frente a una lucha que incómoda, que moviliza, desmantela y visibiliza una situación histórica de despojo y de violencia, tanto física como cultural, contra los pobladores originarios, muchos de los cuales han sido obligados a migrar a las ciudades. En este sentido, el werken del Pu Lof, señala:
En este proceso que llevamos a cabo varias comunidades se recupera este espacio, al holding italiano Benetton, para protegerlo de los proyectos que tiene esta multinacional. En esta zona hay realizados un gran número de cateos mineros a la espera de poder concretar sus proyectos a través de la compañía minera Milsud. Aparte de proteger este espacio para que no lo destruyan, estamos resguardándolo porque es un espacio vital para vivir verdaderamente como mapuche. Estamos en este espacio, porque acá confluyen miembros de diferentes comunidades que han nacido, algunos en comunidades, y otros por mala suerte en barrios marginales de las ciudades, pero a pesar de eso, el nivel de opresión, de despojo, se vive de las dos partes, y ante este problema en donde hemos perdido gran parte de nuestra cultura, por las prácticas y políticas del estado para avasallar contra los pueblos preexistentes. Nos vemos obligados a recuperar este espacio para poder seguir siendo mapuches de forma íntegra, esta es una recuperación productiva, en la cual se puede sembrar, tener animales, porque hay buenos pastizales, hay agua pura. La gran mayoría de las comunidades de la zona al haber sido despojadas, sus animales se mueren porque los campos están sobre-pastoreados, las aguadas se secan cada vez más, entonces forzadamente se ven obligados a abandonar sus campos por la extrema pobreza que les toca vivir”
El despojo de las tierras y arrinconamiento de los pueblos indígenas es una situación que lleva larga data. Raúl Díaz, docente e investigador de la Universidad del Comahue señala que una de las primeras acciones llevadas a cabo por el gobierno nacional para poblar estas tierras, luego de la Campaña del Desierto fue un remate público realizado en 1885, la entrega de títulos a suscriptores que financiaron la expedición militar y la entrega en carácter de premios militares. Todas estas adjudicaciones agravaron la situación de los pueblos preexistentes ya que las distintas poblaciones residuales fueron forzadas a desplazarse a tierras de menor calidad en recursos y valor económico, o subordinadas a la categoría de “permisionarios de ocupación y pastaje”, que implicaba la prohibición de las actividades productivas.
El progresivo arrinconamiento de los pueblos indígenas y la usurpación de sus territorios fue conllevado, en muchos casos, a la pérdida de conocimientos y prácticas tradicionales y la adopción de actividades económicas no sostenibles o las forzadas migraciones hacia barrios marginales de las ciudades.
Sin dudas la recuperación territorial grita aquello que el Estado prefiere callar o simplemente borrar de la memoria colectiva. Grita que aquella violenta y sangrienta Campaña del Desierto, que buscaba expulsar o integrar a los “diferentes” de la Nación Argentina en plena consolidación, aún sigue vigente. Para cerciorarse de este dato, basta con observar los hechos ocurridos durante el pasado 10 y 11 de Enero en EL Pu Lof en resistencia Dpto. Cushamen. [Ver en “Hecha la ley, hecha la trampa”]
Sin embargo a la sombra del avasallamiento del estado y los capitales extranjeros sobre tierras ancestrales, aún hoy palpita la fuerza del pueblo mapuche, un pueblo que sabe bien que la autonomía territorial y política es la base para desde allí reconstruir la cultura, volver a las prácticas ancestrales, recuperar las ceremonias, la medicina, la lengua. En palabras de una lamgen (hermana) del Pu Lof:

Acá lo que se practica es la autodeterminación de nuestro pueblo, usamos nuestra medicina, sembramos. Estamos recuperando el territorio no solamente para recuperar un pedazo de tierra sino también para recuperar nuestras costumbres, que han permanecido por miles de años. Lo que sabemos lo sabemos por nuestros abuelos, por eso es importante que estemos acá, porque ellos son los que nos enseñaron a vivir de esta forma”

¿Qué significa el “ser mapuche de forma íntegra”? ¿Cómo reconstruir la identidad como pueblo? ¿Cuál es el rol de lxs jóvenes en esta lucha?

Durante uno de los varios pentukuwvn (círculo de presentación que se realiza al llegar unx a la comunidad) en los que participé dentro de la comunidad, una lamgen dijo una frase que quedó resonando por un buen tiempo en mi mente: “Nunca vamos a ser lo que no somos, por eso debemos reconstruir nuestra cultura”, más tarde otra persona mencionaba algo similar: “estamos en un momento crítico donde no nos queda otra que luchar o dejar de existir”. No fue difícil comprender que el pueblo mapuche es en y con la tierra.
Somos parte de la naturaleza, somos un elemento más del universo y por ende nos acoplamos al mismo. Nuestro pueblo convive en este espacio con las fuerzas de la naturaleza, con los diferentes elementos del lugar, los mapuche hemos llegado a entablar un vínculo muy profundo con la naturaleza, y acá no estamos hablando de misticismo o de una fantasía, acá realmente las cosas son así, el pueblo mapuche es un pueblo netamente espiritual, por eso estamos en este espacio” (lamngen del Pu Lof en resistencia)
Hoy en día lxs jóvenes mapuches que están involucrados con la recuperación de su cultura, tienen una enorme responsabilidad de salir a las comunidades, de hablar con lxs abuelxs, de recorrer las ciudades donde hay cientos de hermanos mapuche que aún no se reconocen como tales, de ir en busca del conocimiento que por muchos años fue silenciado, tal vez como estrategia de conservación del mismo pueblo o tal vez producto del sometimiento y el avasallamiento de dispositivos de colonización, tales como la religión, la educación y la lengua. Dispositivos que como señala el werken les fueron impuestos sistemáticamente desde el Estado argentino:
Hemos perdido gran parte de nuestra cultura por las prácticas y políticas del estado para avasallar contra los pueblos preexistentes y arrebatarnos la identidad o incluso prohibirla, imponiéndoles una religión, un idioma, una forma de vida completamente ajena a la propia. Por eso hoy luchamos por seguir siendo mapuches de forma íntegra, luchamos por una verdadera autonomía política y territorial”
HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA
Históricamente la región patagónica estuvo ligada a la construcción de la nación en base al exclusivismo de una identidad nacional constituida mediante la expulsión o la integración subordinada de los “diferentes”, en particular los llamados salvajes que había que “civilizar”. En “La creación del Consejo Asesor de Política Indígena (CAPI) en la Administración de Parques Nacionales”, Raúl Díaz señala que desde la implementación del proyecto de organización nacional de centralización política, militar y cultural en los años ochenta del siglo XIX, las diferentes etnias que habitaban el “desierto” eran involucradas en los conflictos chileno-argentinos para establecer las líneas fronterizas, la posesión efectiva, al punto que muchos de estos grupos fueron calificados de “invasores” chilenos e, inversamente, como argentinos del otro lado de la cordillera, produciendo una división arbitraria e inexistente del pueblo nación mapuche. División que hasta nuestros días ambos Estados continúan manteniendo y reproduciendo.
En este mismo artículo se hace mención a que la superposición de múltiples normativas y de autoridades administrativas y políticas que interfieren con el ejercicio de la autoridad indígena favorece la inseguridad jurídica que, sumada a la debilidad institucional frente a los grandes intereses económicos, abre la puerta a las concesiones sobre territorios indígenas a empresas extractivistas, agrícolas, ganaderas y turísticas entre otras.

Las comunidades encuentran de esta manera cientos de obstáculos para el pleno ejercicio de sus derechos, garantizados (en la teoría) a través de acuerdos y tratados internacionales (como el Convenio N°169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo y el Convenio sobre la Diversidad Biológica) e incluso la propia Constitución Nacional, la cual reconoce “la preexistencia étnica y cultural” de los pueblos indígenas argentinos, garantiza el respeto a su identidad y a una educación bilingüe e intercultural; reconoce, además, la personería jurídica de sus comunidades, la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan y el derecho a recibir otras tierras aptas y suficientes para el desarrollo humano, estableciendo que “ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos”. En el mismo texto se asegura el derecho de los pueblos indígenas a la participación en la gestión de sus recursos naturales y a los demás intereses que les afecten (artículo 75 inciso 17 de la Constitución). Todo esto dice la ley, sin embargo en la práctica sucede que el pueblo mapuche continúa siendo perseguido, criminalizado y hostigado, tan solo por ser mapuche. Rara vez se reconocen sus derechos sobre los territorios ancestrales y respetan sus prácticas.
Esto puede comprobarse simplemente al ver y analizar los últimos actos de violencia ocurridos en el Pu Lof en resistencia, durante los días martes 10 y miércoles 11 de Enero de 2017, cuando más de 200 gendarmes cortaron los accesos hacia la comunidad en un radio de 20Kms. e ingresaron al territorio de forma violenta con escopetas, pistolas 9mm, garrotes, escudos y carro hidrante. Durante más de 10 horas los derechos humanos no existieron, y los integrantes del Pu Lof en resistencia sufrieron tratos degradantes y racistas. Al igual que el día Miércoles 11 donde la infantería efectuó disparos hacia personas de la comunidad, bajo las órdenes expresas de “disparen, disparen, hay que matar a uno”, provocando varios heridos con impacto de perdigones y dos de ellos de gravedad.
Esta situación de extrema violación hacia los derechos humanos se da en el marco de una ruptura de una mesa de diálogo que buscaba concretar el paso de la maquinaria requerida por el Expreso Patagónico La Trochita por el territorio de la comunidad. La Mesa de diálogo fue rota por el gobierno provincial, que pretendió luego utilizar la excusa de la Trochita para ingresar al territorio y desalojar a la comunidad.
¿Qué clase de diálogo se puede esperar cuando lo que prima es la soberbia, la violencia y la negación de una otra cultura, otra forma de gobernanza y de vínculo con el territorio, por parte de un estado aliado ni más ni menos que la multinacional Benetton, poseedora de más de 1 millón de has. en la Patagonia?


Unas últimas palabras…
Hay historias que nos atraviesan, experiencias que nos sumergen en un viaje hacia lo profundo, hay personas que nos abrazan con la mirada y nos cuentan con el alma. Son estas personas las que el camino me ha hecho encontrar en Cura Mapu.
Agradezco infinitamente a todas las personas del lof, los mates y charlas compartidas, el contagiarme al menos un poquito de su fuerza y enorme coraje, y les agradezco por generarme más preguntas y por hacerme saber que ya no puedo dejar de abrir la mirada, que ya no puedo dejar de sentir que su lucha no me es ajena, su lucha también es mía.
Para quienes no somos mapuche de sangre se trata de recordar nuestro origen, porque en el origen siempre habrá ancestros que supieron saberse y sentirse parte de la tierra. Como me dijo un lamgen de lof “Esto no es misticismo, esto es la vida, somos seres de la tierra”.
Sin dudas hubo un tiempo donde se escuchaba atentamente la palabra de lxs abuelxs y se honraba esa gran sabiduría llamada experiencia. Hubo un tiempo donde los estados y sus fronteras imaginarias no existían, donde la tierra era un bien común.
Es muy probable que por mucho tiempo estas fronteras continúen existiendo, como también es probable que el sistema de gobierno no cambie de la noche a la mañana.
Sin embargo no sería una utopía pensar que puede existir un sistema donde se permitan y respeten otras formas de vivir, de autogobernarse, de producir, de relacionarse, otra educación y otras medicinas.
Es por ésto que la lucha que llevan adelante desde el Pulof en resistencia no es menor, como tampoco nos es extraña. Es una lucha que nos interpela a todxs los que algún día soñamos con ojos bien abiertos volver a la tierra, para allí encontrar nuestra gran escuela.


Fuentes consultadas

  • Estudio de caso en Argentina: La creación del Consejo Asesor de Política Indígena (CAPI) en la Administración de Parques Nacionales. Raúl Díaz En “Experiencias organizativas hacia la gobernanza indígena de las áreas protegidas”
GRUPO INTERCULTURAL ALMÁCIGA www.almaciga.org


  • Red de Apoyo Comunidades en conflicto – Comunicados de prensa
  • Entrevistas hechas en el Pu Lof en resistencia. Dto. Cushamen durante el mes de Enero 2017

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