Escuela Guadalupe festeja 25 años

La Guadalupe
Una escuela que enseña a vivir

(Revista Barriletes - Octubre 2017 - Nota de tapa)


Por Luz Omar

No existe una escuela que enseñe a vivir
Charly García
No sé si enseña a vivir. Yo creo que vamos aprendiendo todos: los chicos, los padres, los docentes
Zulma Rogantini
Nos gusta llamarla así: la Guadalupe, con el “la” adelante inclusive, que tiene que ver con mucha identidad del barrio.
Fabricio Almada

Este año, a pesar de los tiempos oscuros que estamos viviendo, celebramos que la Escuela N° 28 “Nuestra Señora de Guadalupe” de Paraná cumpla 25 años de vida, una escuela joven, con arte, con nombre de mujer, que crece desde el pie, florida en el barrio La Floresta. A continuación, me detendré en un par de acontecimientos, narrados por sus integrantes, en los que se refleja un movimiento de expansión, como el que hace una flor cuando abre a su tiempo cada uno de sus pétalos.


Pequeñas anécdotas sobre la institución
El pasado 14 de Abril la escuela Guadalupe - también conocida como la escuela del galpón- cumplió 25 años de vida. Para una institución educativa de nuestro país es una edad interesante. Haber nacido en 1992 supone ser hija de un momento histórico marcado por una política neoliberal que en ese entonces ya comenzaba a transformar la estructura de la educación argentina con una medida legal clave como fue la transferencia de los servicios educativos a las provincias (Ley N° 24.049). La promulgación de la Ley Federal de Educación en 1993 y de la Ley de Educación Superior en 1995 sienta las condiciones para poner en marcha un sistema educativo al servicio del capitalismo global que desde entonces profundizó la desigualdad, despolitizó las aulas argentinas y de este modo no hizo más que mantener el status quo geopolítico que busca ubicarnos, en todos los sentidos, en la periferia del mapa mundial; más precisamente, abajo y a la izquierda, justo donde, como me decía una amiga, comienzan las mejores luchas.
Por eso el aniversario de esta escuela no es sólo un acontecimiento hermoso. También es político. Porque significa festejar la fundación de un espacio institucional de resistencia y transformación barrial, forjado por diferentes actores sociales (padres, docentes y estudiantes) con un deseo compartido: crear una escuela para las pibas y los pibes (1) del barrio La Floresta que no conseguían banco en la otra institución de nivel secundario que queda ahí cerca, la Escuela N° 18 Juan Manuel de Rosas, que existe hace 27 años. En este contexto, era muy probable que parte de la gurisada del barrio no siguiera la escuela secundaria, situación que al mismo tiempo alimentaba la marginación de una población que a nivel local ya acarreaba otras vulneraciones de derechos: sobre todo habitacionales y ambientales. Así, el diagnóstico hecho con corazón inteligente por los padres anticipó los resultados de estudios sociales que unos años atrás muestran la injusticia educacional: según el Centro de Estudios de Población “la probabilidad de desertar de un joven proveniente de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI) es un 70 por ciento superior a la de un joven proveniente de un hogar sin NBI.” Como lo enuncia la profesora de Lengua y Literatura, Zulma Rogantini, desde su nacimiento la comunidad escolar planteó un objetivo de inclusión en una época en la que esa palabra no estaba de moda en los documentos oficiales. Y al mismo tiempo, desde su nacimiento, esta escuela resultó ser más un conjunto de personas con un objetivo común anclado en un territorio (el barrio La Floresta) que una serie de ladrillos pegados con cemento gracias a una política educativa nacional. Así fue que las clases se empezaron a desarrollar en una sala de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe de la que, por agradecimiento de los padres, la escuela recibe su nombre oficial. Luego las aulas se extendieron a un galpón cercano donde ahora funciona el Centro Comunitario N° 4, de formación profesional, y llegó a funcionar en cinco salas repartidas en la zona al mismo tiempo. De los años transcurridos allí es que recibe su segundo nombre pobre y popular, la escuelita del galpón.
A estas dos manchas de nacimiento, se suma una tercera: el reconocimiento de la salida a la calle como instrumento de lucha digno y fundamental para pedir por el cumplimiento de los derechos:
Es una escuela que ha luchado siempre por su edificio, su identidad en el barrio, se han sostenido muchas luchas. Nosotros por ejemplo hemos salido a cortar las calles por tener el edificio que tenemos ahora cuando la matrícula crecía mucho y hubo un momento en que el edificio en el cual estábamos quedaba chico […] En 2010 se salió a pedir por el edificio nuevo. Una experiencia muy interesante porque lo hicimos junto a los chicos. Los chicos propusieron como primer medida salir a cortar la calle. Y nosotros acompañamos y desde ahí hemos hecho muchas instancias de lucha para reclamar por lo que creemos un derecho para los chicos en materia educativa – cuenta Fabricio Almada

De luchas creativas y cotidianas
Una palabra se repite cuando hablan los docentes: lucha. Se dice lucha como para dejar en claro que los derechos son siempre el resultado de demandas populares y que esas demandas fundamentalmente se practican cada día a partir de un estilo de trabajo. En una entrevista a la directora actual de la escuela, María Elena Galvez, realizada por el diario El Once, nos cuenta que la placa conmemorativa fue comprada gracias a la colaboración de toda la comunidad. Un gesto similar se nombra en torno a la crisis de 2001: cuando el hambre dolía fuerte, se pusieron a hacer pan en un horno de barro con ladrillos aportados por las vecinas.
En el hacer diario, en reuniones, en el aula, en los proyectos, sobresale un modo de hacer de carácter más asambleario que se tensiona con la estructura organizativa de la institución. Nos referimos a que la institución conducida por sus directivos se mueve dentro de un horizonte democrático desde el que está muy atenta al pulso de la comunidad. Sin exagerar, la creatividad es enorme, ya que desde los lugares de responsabilidad asignados, muchas personas parecen moverse con flexibilidad, libertad y capacidad de escucha para responder grupalmente a las situaciones problemáticas. Veámoslo en ejemplos.

Los magos, los acróbatas, los clowns / mueven los hilos con habilidad
El Centro de Actividades Juveniles “Mate Libre” existe desde 2004. Se trata de un tiempo de formación complementaria que acontece en horario extra-escolar dependiente de un programa nacional de extensión educativa. Desde allí se desarrollan diferentes proyectos artísticos y culturales junto a los estudiantes tales como dibujo, radio, literatura, teatro, producción audiovisual. Así funciona como espacio que cobija las trayectorias de aquellas chicas y chicos que no se acomodan a los tiempos y modos tradicionales de la escuela. Pero no para que las chicas y chicos simplemente se expresen, sino también para generar conciencia en ellos. Este dispositivo es hoy en día para los mismos profes un lugar de innovación para hacer ejercicio de la educación popular. Las experiencias acontecidas ahí son muchísimas.

Por whatsapp [¿con otro fondo, otra tipografía?]:
[09:33, 18/9/2017]: Fabricio, buen día, qué otros talleres están funcionando en el caj ahora, o cuáles recordas que funcionaron?
[09:41, 18/9/2017] Fabricio LaGuadalupe: Hola buen día, en los comienzos del CAJ tuvimos, carpintería, velas y jabones, talleres con trabajo en cartón, algo de papel reciclado y cerámica. Se hicieron Juegos de ajedrez. Bijouterie, panadería, algo de folklore y unas clases de tango. Experiencia de radio abierta. Taller de percusión. Murga estilo Uruguayo "los rabiosos del galpón", se hicieron 2 cortometrajes. Hay una experiencia de kamishibai.
[09:42, 18/9/2017] Fabricio LaGuadalupe: Hoy los talleres que están funcionando es teatro, gráfica, radio y audiovisuales.
[09:44, 18/9/2017] Fabricio LaGuadalupe: Me olvidaba de las experiencias de murales que siguen hasta hoy. Las de rap.

Jornadas de Derechos Humanos
Dejemos que nos cuente uno de sus impulsores Fabricio Almada: las Jornadas de Derechos Humanos arrancaron cuando la escuela estaba en pleno proceso de construcción. Nosotros no nos queríamos ir de la escuela. Nos querían ofrecer otro edificio por fuera. Teníamos dos situaciones, una que los gurises no salen del barrio muchas veces y corríamos el riesgo de perder la matrícula, y la otra era que nosotros queríamos quedar como una suerte de contralor de que la obra se continuara. Eso nos atrajo un problema, que era que estábamos en una porción de la escuela y eso hacía que no todos los chicos pudieran tener clases a la misma vez. Estaba dividido por turnos, una parte venia de 7 a 10, la otra de 10 a 1, una parte venía de 1 a 4 y la otra de 4 a 6 y media. Y en la otra semana se rotaba. El problema de eso es que los chicos perdían clase y había horas muertas donde los profes estábamos sin clase. Entonces ahí se nos propone a unos compañeros que queríamos hacer algo y uno de los compañeros, Iván, dice “armemos charlas, sentémonos a pensar charlas para los chicos” entonces ahí salió la idea de pensar la vulneración de derechos por la que estaban atravesados estos gurises, entonces empezaron siendo charlas de derechos humanos, así arrancaron. Y también empezamos a pensar que era la posibilidad de meter algunas de las temáticas que no estaban en la currícula cotidiana de la escuela. Hoy son jornadas interescolares que hacemos en la escuela Esparza de Bajada Grande y en la de Colonia Avellaneda José Hernández, así que tenemos dos semanas de jornadas donde lo pensamos por categoría, entonces trabajamos género, medios de comunicación, ambiente. Y con el correr del tiempo también agregamos formación a docentes, que también pensamos que era formación que no venía desde ningún lado y considerábamos que estaba interesante formarnos en eso. Entonces hemos tenido charlas sobre aborto, educación popular, sobre soberanía alimentaria este año, sobre medio ambiente.
Además de las problemáticas sociales que se abordan desde estos dispositivos, se escucha en las entrevistas otros asuntos que precisan tanto de la lucha de otras comunidades educativas como de un apuntalamiento estatal: más cupo en los jardines maternales para que las jóvenes madres, sobre las que aún recaen plenamente las tareas de cuidado, puedan dejar a sus bebés y continuar así yendo a la escuela. Y también otro modo de estar presente de parte de la comunidad universitaria que es la continuación de la educación secundaria y por lo tanto no puede darle la espalda. La comunidad docente de la Guadalupe se autogestiona espacios de formación donde se entrelaza con espacios universitarios, como es el caso de la próxima visita de una filósofa francesa que visitará la universidad. Pero lo que se pide es que la universidad no ponga simplemente sus manos (la extensión) al servicio de la educación secundaria, sino también que tuerza el cuello y se oriente de cuerpo entero en dirección a los problemas más urgentes de nuestra sociedad. Así lo atestigua Zulma Rogantini: en el ‘99, 2000, 2001 justamente estaba haciendo la Licenciatura en Lenguas Modernas acá en la Facultad de Ciencias de la Educación y estábamos en pleno conflicto donde había compañeros que no tenían para comer y nosotros tres meses sin cobrar, todo el tiempo en la calle y de pronto entrabas al aula de la universidad y era un mundo aséptico donde… “no, nosotros no estamos, estamos para otra cosa, acá venimos a hacer ciencia” No, yo no puedo escindirme de esa manera. Soy trabajadora y además soy estudiante y además vivo en un contexto.


Y los malos de la historia son los héroes cotidianos
El 16 de junio pasado se cumplieron 23 años de la desaparición de Héctor Gómez y Martín Basualdo (con 19 años) en manos de la policía de la ciudad de Paraná. Este episodio sucedió dos meses antes de que fuera encontrado en un cuartel de la ciudad de Zapala (Neuquén) el cuerpo del joven de 21 años Omar Carrasco, quien fue torturado, asesinado y desaparecido por militares, mientras cumplía con el Servicio Militar Obligatorio. La violencia de las fuerzas de seguridad hacia los jóvenes se presenta como un problema de Estado que mancha todas las banderas políticas y es sin lugar a dudas una de las más grandes y olvidadas deudas de la democracia posterior a la última dictadura militar.
A la Guadalupe no le alcanza con trabajar el asunto en las aulas y por eso para conmemorar los 20 años de la desaparición de los dos jóvenes paranaenses, actúa a través de una radio abierta frente a tribunales, con la presencia de la madre de Martín, luchadora incansable que no pierde la dulzura, Isabel Vergara. De igual modo, a raíz de la muerte de Rodrigo Arellano, un chico de 16 años que asistía al polo de reingreso de la escuela, se están llevando a cabo acciones intersectoriales para charlar sobre las diferentes formas de violencia que afectan a niñas, adolescentes y jóvenes. A un mes de la desaparición de Santiago Maldonado en territorio mapuche, la comunidad escolar sale a pintar un mural, poniendo en relación a través del arte los casos de desaparición de jóvenes en democracia.


Un nuevo frutal nativo
Cuando empecé a escribir me preguntaba si tiene sentido sentir esperanza. El filósofo Spinoza dice en un tratado que esa pasión es, junto con el miedo, un mecanismo de control usado por la religión, para generar en los creyentes la certeza anestesiante de que el futuro será bueno, aunque el presente sea pésimo. Claramente una revista comunitaria busca despertar otras pasiones, como esas pequeñas alegrías cotidianas que provocan los adornos inútiles que ubicamos en los rincones de las casas. Quizás así las raíces de los cuerpos que se entrecruzan en la Guadalupe se fortalecen un poco más en el modo de vida que llevan para nutrir muchos corazones jóvenes, maltratados por este sistema social, y ayudarlos a crecer dignos, alegres y emancipados.
Quizás ahora en La Floresta los frondosos árboles, motivo por el cual el barrio recibió el nombre, no se destaquen tanto como antes, por estar un poco grises y mugrientos debido al humo del Volcadero. Sin embargo, las adultas responsables de ahí saben que hace tiempo vienen sembrando y regando amorosamente un frutal nativo muy consciente de sí, que está dando sus frutos en música y colores.


La resistencia en las paredes
Actualmente, estudiantes y Martín Pérez Campos, tallerista de dibujo, pintura y mural, están pintando un mural en el gimnasio por el aniversario de la escuela. Martín, que ahora trabaja a través de un plan de formación complementaria, me pasa por mail fotos de los dibujos en las paredes. Quiero leer algo ahí, ¿qué dicen esos personajes extraños, una gurisa ojerosa, un pibe encapuchado, una oveja verde, un pájaro volando con un bate de béisbol?, ¿qué me dicen esos ideogramas, esos símbolos indígenas, ese extraterrestre? Detrás de esos personajes, en un segundo plano y en una escala menor, se ven casitas con algún techo del que sale una flor. Quizás ahí se puede ubicar el edificio de la escuela ¿es esa la institución?, ¿son los edificios lo que se mantiene? Me gusta pensar que, como brújula, el mural señala otra cosa, que lo que permanece no es el edificio, sino esa diversidad de sujetos que lo habitan, extravagantes, cambiantes, hermosos, singulares, reunidos.


Y así lo confirma Martín: Charlamos de que ellos cuenten cómo es su escuela, qué de diferente a otras escuelas, por el lugar donde está. También que ellos incluyan qué ven del barrio, qué ven de la comunidad en general. Y surgieron un par de historias, primero cómo es La Floresta, el barrio, hay una historia detrás de esto, que cuentan que antes era un campo muy floreado y que Belgrano pasó por ahí y dijo algo de la floresta, entonces en el mural hay muchas flores. También hay una historia de la virgen de la Guadalupe que tiene que ver con las flores también, una historia que algunas gurisas se acordaban. Y después también ellos quisieron representar a los pibes y a las pibas del barrio como son, no en la imagen típica de los alumnos de guardapolvo y el estereotipo de profesor. Entonces, los empiezan a deformar, a crear personajes y los mezclan con cosas que van saliendo en los dibujos, y eso fue apareciendo en este mural. Entonces quedó una floresta con todos esos personajes y las historias que se fueron armando.

Aprendizaje
Dos pibas asisten a las Escuelas Populares de Género en 2016 en la Facultad de Trabajo Social (UNER). Ahí se dejan atravesar por conceptos, relatos y cuerpos de otras mujeres feministas. Algo les queda resonando. Seguro también la música de una charla en torno al derecho a decidir. Algo les resuena que en menos de un año se convierte en un par de cortos en torno a la violencia de género, que serán divulgados en las Jornadas de Derechos Humanos de este año.

Son campanas de palo las razones de los pobres
Leer como si fuera parte de una obra de teatro:
[Zulma R., docente de la escuela, sentada en la plaza San Miguel, con toda su humildad enseña, sin darse cuenta, cómo sobreponerse a la angustia]
Zulma: En una época, cuando estaba muy difícil, yo me acuerdo que ahí estaba como Coordinadora de Área, ad honorem por supuesto porque en esa época -ahora tampoco- no había horas pagas, era tanta la angustia que teníamos porque no podíamos dar respuesta a un montón de situaciones que nos reuníamos cada quince días en la casa de la rectora los coordinadores de área con un psicólogo externo que lo hacía voluntariamente, para ver si una mirada desde afuera nos podía orientar un poquito acerca de cómo podíamos resolver algunas cuestiones.
Nos agarró la crisis del 2000-2001, época de mucho paro, estuvimos mucho tiempo de paro, de asamblea, yo recuerdo que a algunos nos angustiaba mucho toda esta cuestión de la no continuidad del proceso pedagógico: el no verlos a los chicos básicamente. Entonces, nos juntábamos en la escuela a veces, aun los días de paro, y dijimos “bueno ¿qué podemos hacer?” para juntarnos y, además ¡había hambre!, ¡literalmente había hambre! Entonces “hagamos pan”. Un señor que trabajaba en ese momento en la escuela -no sé si era ordenanza o trabajaba dentro del plan jefes y jefas de hogares-, que era de ahí del barrio, nos ayudó a hacer un horno de barro y para hacer eso salimos a hacer colecta por el barrio, de ladrillos, de a uno, de a cinco, de tres, de diez. Salimos a hacer colecta y construimos el horno y nos juntábamos a hacer pan a veces. Entonces siempre estuvo la preocupación por un lado, pero además el hacer cosas, de manera conjunta obviamente, porque para eso éramos docentes y alumnos y salíamos juntos. Y después hubo mucha pelea por el edificio, mucho camino por el edificio, por mejores condiciones de infraestructura, por mejores condiciones laborales, por hacer cosas básicamente, por hacer cosas POR los gurises, desde también, desde una cuestión de generar conciencia, porque [se demora] digo, eso uno de los chicos me lo marcó una vez que no teníamos agua y ya querían hacer asamblea en seguida y salir a la calle y en esa cosa de decir “bueno, analicemos primero” [empiezan a sonar las campanas de la iglesia] cuando les digo “¡no gurises! ¿cómo vamos a…?”, se paró y me dice “¡¿Usted precisamente me está diciendo que no salgamos a pelear por nuestros derechos?!” Bueno, ahí me hizo ver que, en realidad, lo que habíamos sembrado estaba germinando, estaba germinando [las campanas de la iglesia aturden] el tomar consciencia de que por ahí no hay que esperar las cosas sentados, que hay que generar los espacios, que hay que salir a pelearlos…
Interlocutora: Y de que por algo no hay campanas en la escuela [risas].
Zulma: Son molestas, ¿no?
Interlocutora: No sólo por eso, porque si se pudiera pedir por los derechos con estas campanas podríamos hacer mucho ruido.
Zulma: El Martín Fierro dice: “son campanas de palo las razones de pobre”

(1) En esta nota, para hablar de las personas usamos a veces el masculino y el femenino plural (los y las), otras el masculino plural (los) y otras el femenino plural (las). En todos los casos, deseo que se animen a pensar que los artículos en plural (las/los) designan una diversidad de individuos que capaz se identifican como mujeres, como varones o de otra forma.
Fuentes
-Documental “La escuela del Galpón” (Realización, Facundo Saavedra): https://www.youtube.com/watch?v=hlHa1_vmDLI
-Nota del diario Página 12 “El difícil tránsito de la ley al aula” (20 de Junio de 2006): https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-68706-2006-06-20.html
-Disco de Sui Géneris (1974) “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”


Comentarios