La situación de pobreza en Paraná

Esperanza de un futuro mejor
Indicadores claves para el desarrollo humano y social de la niñez y adolescencia en Paraná (*)

(Revista Barriletes Noviembre 2017 - Nota de tapa)


Por Silvia Montaño, Cesar Sioni y Soledad Menghi

Mirar la infancia y adolescencia nos interpela acerca de cómo estamos como sociedad, qué estamos haciendo o dejando de hacer para pasar de un estado de vulneración a otro de titularidad de derechos y repensar en qué medida propiciamos las condiciones para que tengan un desarrollo humano y social integral. El equipo de Investigación de la UCA comparte aquí los resultados de las mediciones sobre la situación de esta población que alcanza – según la multidimensionalidad – un 38,9 % de niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza.







Nuestra investigación, en función de sus objetivos, puede caracterizarse como descriptiva- explicativa, en tanto pretende abordar la situación diagnóstica descriptiva de la realidad, pero también establecer nuevos indicadores relacionales y explicativos de algunos resultados cohesionando avances y brechas en materia de derechos básicos de la infancia.
La perspectiva teórica que guía las mediciones realizadas corresponde al enfoque de derechos a ser garantizados para la infancia. Nuestro país adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU, 1989), asumió compromisos frente a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ONU, 2000), y sancionó numerosas leyes de protección de derechos que constituyen un conjunto amplio de parámetros a partir de los cuales definir dimensiones e indicadores de necesidades, capacidades y funcionamientos para el desarrollo humano de la infancia, como son: la Ley 26061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes; la Ley 26206 de Educación Nacional, la Ley 26233 sobre Centros de Desarrollo Infantil; y la Ley 26390 de Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente.
A partir de este amplio marco legal, vigente hoy en la Argentina, se operacionaliza en dimensiones e indicadores pertinentes, que invita a adoptar una mirada integral del desarrollo humano y social de las infancias y a distinguir entre necesidades materiales, sociales, emocionales, culturales, objetivas y subjetivas en entornos sociales particulares (familia, escuela, espacios públicos, entre otros), cuya satisfacción también convoca a reconocer las formas socioculturalmente construidas y aceptadas (Tuñón, 2011)como son
  • Las Condiciones materiales de vida: evolución de los indicadores del nivel de vida material.
  • El Proceso de crianza y socialización: las familias, la estimulación emocional e intelectual y las relaciones con sus pares.
  • El Proceso de formación (libre de trabajo infantil): escolarización temprana, oferta educativa a la que acceden los niños y niñas, y percepción de la calidad educativa desde la perspectiva de los adultos de referencia.



Analizando los datos podemos decir que la inseguridad alimentaria afectó casi a un 20% de niños/as y adolescentes.
Inseguridad alimentaria: Porcentaje de niños, niñas y adolescentes en hogares que expresan haber reducido las porciones de alimento y haber experimentado hambre por problemas económicos durante los últimos 12 meses.

Inseguridad alimentaria moderada: Porcentaje de niños, niñas y adolescentes en hogares en los que se expresa haber reducido las porciones de alimento en los últimos doce meses por problemas económicos.

Inseguridad alimentaria severa: Porcentaje de niños, niñas y adolescentes en hogares en los que se expresa haber experimentado hambre por falta de alimentos en los últimos doce meses por problemas económicos.




En las viviendas se registró un déficit cuantitativo y cualitativo. En el primero, indicadores como el hacinamiento crítico o la inseguridad en la tenencia de la vivienda lo ponen de manifiesto, mientras que en saneamiento 1/3 habita viviendas que no tienen agua corriente ni descarga de inodoro a red cloacal.

Inseguridad en la tenencia: refiere a que no se tiene formalizada legalmente con escrituras la propiedad de la vivienda o el terreno, a veces con auto-construcción en terrenos fiscales, ocupados o a préstamo. Por esta razón persiste un riesgo y temor en el hogar por la posibilidad de perder la vivienda.
Déficit en la calidad: están en déficits en este indicador los niños/as que habitan en pieza, inquilinato, conventillo, casilla o rancho, pieza en hotel, vivienda en lugar de trabajo; o en casas de adobe con o sin revoque, maderas, chapa y/o cartón.
Hacinamiento: Porcentaje de niños, niñas y adolescentes en viviendas en las cuales conviven tres o más personas por cuarto habitable.
Déficit de red de gas: se habita en viviendas en zonas de la ciudad que no poseen conexión a la red de gas natural, utilizando como principal combustible para cocinar, calefaccionarse y asearse el gas en garrafa, o de otra fuente como la leña.
Déficit de saneamiento (1): Niños en viviendas que no tienen descarga de inodoro a red cloacal.
Déficit de suministro de agua corriente: refiere al porcentaje que habita en barrios donde se producen cortes en el suministro vital, particularmente en verano.
Déficit de saneamiento (2): Niños que viven una la vivienda sin agua corriente de red pública.
Déficit de suministro eléctrico: Niños que viven en la vivienda donde no se posee energía eléctrica formal o donde se manifestó que padecen de cortes frecuentes o fluctuaciones en el suministro de energía, factores que van en desmedro de un servicio de calidad.


En materia de hábitat, la mitad vive en zonas donde hay problemas ambientales y a su vez la droga es un problema arraigado en el barrio. En el aspecto cualitativo, un amplio abanico de indicadores dieron cuenta de condiciones de vida que pueden ser mejoradas ampliamente en los barrios de nuestra ciudad para mejorar la calidad de vida y prevenir riesgos en la salud: quemas a cielo abierto, basurales, control de plagas, calidad del suministro de agua, extensión de la red de gas natural y saneamiento básico a través de la red cloacal.

La pobreza multidimensional (38,2%) refleja una pobreza que además de lo monetario incursiona en otras aristas que hacen a la pobreza estructural de fondo: problemas de alimentación, saneamiento deficiente, vivienda inadecuada, deficiente cobertura de salud o falta de vacunas, carencia de oportunidades para el acceso a la información como gozan los sectores económicos más acomodados. La multidimensionalidad permite ver que no todos tienen las misma estimulación temprana, posibilidades de juego, libros, o no poseen un clima cálido en el hogar como para poder estudiar, relacionarse, comer en familia o modelos a seguir.







Sobre el acceso a la información y hábitos, los adolescentes no leen libros, revistas ni diarios y es alta la exposición a pantallas (TV, celulares, etc.). Existe un 65% de déficit en el comportamiento lector.
En lo que hace a las oportunidades de socialización y práctica de actividades extra escolares, queda en evidencia que más de la mitad de los niños y adolescentes no practican como hábito ninguna actividad física ni deportiva extra escolar propendiendo al sedentarismo y desinterés por fijarse metas a alcanzar.


Sin duda, parte importante del derecho a la educación debería garantizar que niños, niñas y adolescentes logren terminar la educación inicial, primaria y secundaria en tiempo y forma. La deserción escolar se observa baja en el nivel educativo medio pero aún persiste con valores cercanos al 10%. En lo que respecta al rezago educativo, 1 de cada 10 niños de 5 a 12 años asiste al nivel con sobreedad; mientras que en el nivel secundario, 1 de cada 4 estudiantes se encuentra en la misma situación por retrasos en la cursada de los correspondientes ciclos lectivos acorde a la edad biológica. A la hora de diferenciar entre los niños y las niñas, aquellas niñas que han tenido un hijo/a entre los 14 y los 17 años, el 36,2 por ciento asistió sólo a la escuela primaria, y un 9,8 por ciento cursó la educación secundaria.

Trabajo

La situación de precariedad, la desocupación adulta, el trabajo precarizado conlleva al trabajo infantil que se mantiene cercano a un 15% de los niños y adolescentes paranaenses que realizan trabajo doméstico (hacen mandados, cuidan hermanitos, asean la casa) y/o económico (cirujeo, mendicidad, oficios), relegando el juego y el estudio.

Respecto de la situación laboral de los jefes de hogar donde reside esta población de 0 a 17 muchos tienen empleo precarizado o se encuentran desempleados (cerca de un 40%), dando cuenta de la falta de puestos de trabajo genuinos y productivos. La contención se logra con más un 37,5% de la infancia que recibe la AUH y otros planes sociales paliativos.

Algunas propuestas para abordar en profundidad el problema de la infancia
A través de la triangulación de las mediciones estadísticas de pobreza, con las voces de informantes claves en el territorio analizamos la participación de las organizaciones de la sociedad civil y de los actores sociales en la resolución de los problemas urbanos – en este caso para el flagelo de la pobreza en la infancia - pudiendo ser abordado en torno a las relaciones entre el enfoque del desarrollo humano y los derechos humanos.

Un repaso de las actividades de la sociedad civil desde este enfoque, hace posible valorar un conjunto de argumentos que defienden el rol de las OSC en relación con los objetivos de la promoción humana en las comunidades que actúan, entre los que se destacan: La eficiencia en la provisión de bienes y servicios. La equidad en el acceso de los grupos vulnerables a las oportunidades brindadas por el estado y el mercado. El empoderamiento de los destinatarios en el desarrollo de la capacidad de agencia y el capital social comunitario. La coproducción colaborativa con las instituciones del estado, así como con aliados externos, ha demostrado ser uno de los principales impulsores de la consolidación de las bases locales de la sociedad civil en contextos urbanos de alta marginalidad.
La relevancia de estas explicaciones no supone desconocer importantes y múltiples limitaciones que las OSC suelen enfrentar debido a variadas restricciones estructurales y socio-culturales que acotan el alcance de su acción.
Teniendo en cuenta estas apreciaciones creemos que alguno de los caminos para ampliar estas posibilidades es la conformación de estos relacionamientos sinérgicos como uno de los desafíos centrales de la sociedad civil respecto de sus aportes a la promoción humana en los sectores más excluidos de la ciudad.
Sólo un compacto de responsabilidades compartidas entre los actores involucrados estará en condiciones de crear el sentido de responsabilización que permita otorgar el Derecho a la Ciudad que se encuentra vedado para una porción creciente de los habitantes de la ciudad de Paraná y que se manifiestan en las dimensiones abordadas en el proyecto y se condicen con la realidad que los agentes sociales trabajan.
Para concluir, adherimos a la tesis que el país ha transitado una década de importantes logros en el terreno de la ampliación de derechos sociales, en particular para la infancia. No obstante las asimetrías en el desarrollo material y social persiste en una franja significativa de niños, niñas y adolescentes que siguen siendo los más vulnerables. Es decir que hay déficit para garantizar la titularidad de los derechos reconocidos y aceptados por la comunidad para apostar a un futuro mejor.

(*) Proyecto del Centro de Investigación Interdisciplinario en Valores, Integración y Desarrollo Social-Facultad Teresa de Ávila-UCA, Paraná. Investigadores: Mg. Sione César; Dra. Menghi Soledad; Téc. Montaño Silvia.
N del E: Todos los cuadros son elaboración del equipo de investigación. Fuente: microdatos de la EDSA, Serie Bicentenario, Observatorio de la Deuda Social Argentina UCA. Período 2014-2015




El rol de las organizaciones sociales
La concentración territorial de la pobreza en los principales centros urbanos es una causa principal del crecimiento y de la persistencia de la pobreza y de la fragmentación espacial de las mismas (Ziccardi, 2009; Rodríguez Vignoli, 2008). Las zonas marginales son una manifestación paradigmática de la marginalidad y la exclusión social en la ciudad de Paraná, principal centro urbano de la provincia y el más desarrollado desde el punto de vista económico, social y cultural. Si bien su origen es histórico, su persistencia y crecimiento aún en etapas de expansión de las oportunidades laborales y económicas obliga a prestarle especial atención. La concentración espacial de la pobreza que las zonas marginales suponen se encuentra agravada por mecanismos de segregación que impiden el desarrollo humano y dificultan la realización de la igualdad en el largo plazo (PNUD, 2009; Scheinsohn y Cabrera, 2009). Diversos estudios han mostrado que los residentes en comunidades segregadas sufren una variedad de penalizaciones. Más allá de las carencias de activos personales y familiares, tienen problemas de accesibilidad y de conectividad y se enfrentan con limitaciones en cuanto al acceso a la información, lo que impide también el acceso a los servicios públicos y las oportunidades de empleo. La homogeneidad social de los que residen que lugares pobres y socialmente aislados y la falta de interacción con personas de otros estratos sociales afectan a sus oportunidades y a sus acciones de forma adversa.
En particular, el reciente debate sobre el Derecho a la Ciudad brinda un adecuado punto de partida para pensar la cuestión de las zonas de alta marginalidad en Paraná en relación con las reales capacidades de usufructo que tienen sus pobladores de los recursos y oportunidades provistos por la ciudad. También provee un encuadre a partir del cual establecer las obligaciones de los agentes sociales involucrados, entre los cuales se encuentran las organizaciones de la sociedad civil como actores crecientemente gravitantes.
Son diversas las funciones que tales organizaciones desempeñan en relación con el aseguramiento del Derecho a la Ciudad. Un repaso de las actividades de la sociedad civil desde el enfoque del desarrollo humano, hace posible valorar un conjunto de argumentos que defienden el rol de las OSC en relación con los objetivos de la promoción humana en las comunidades que actúan. La eficiencia en la provisión de bienes y servicios, la equidad en el acceso de los grupos vulnerables a las oportunidades brindadas por el Estado y el mercado, así como el empoderamiento de los destinatarios en el desarrollo de la capacidad de agencia y el capital social comunitario. La relevancia de estas explicaciones no supone desconocer importantes y múltiples limitaciones que las OSC suelen enfrentar debido a variadas restricciones estructurales y socio-culturales que acotan el alcance de su acción. Teniendo en cuenta estas apreciaciones se consideraron en este artículo algunos caminos posibles de ampliación de las capacidades colectivas de las OSC. La coproducción colaborativa con las instituciones del Estado, así como con aliados externos ha demostrado ser uno de los principales impulsores de la consolidación de las bases locales de la sociedad civil en contextos urbanos de marginalidad. Creemos que en las posibilidades de conformación de estos relacionamientos sinérgicos radica uno de los desafíos centrales de la sociedad civil respecto de sus aportes a la promoción humana en los sectores más excluidos de la ciudad. Sólo un compacto de responsabilidades compartidas entre los actores involucrados estará en condiciones de crear el sentido de responsabilización que permita otorgar el Derecho a la Ciudad que se encuentra vedado para una porción creciente de los habitantes de la ciudad de Paraná y que se manifiestan en las dimensiones abordadas en el proyecto y se condicen con la realidad que los agentes sociales trabajan.







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