Pedalear
no es cuestión de unos pocos
De
campeón
argentino
de ciclismo
a la construcción de rodados adaptados
Por
Gabriela Magliolini (*)
Javier
Varisco tiene 40 años y más de una década como ciclista. En 2016,
salió campeón en la prueba Velocidad Pura en Master B1 del
Campeonato Argentino de
Pista. En la actualidad, se dedica a la construcción de bicicletas
adaptadas para personas con capacidades diferentes. Su inspiración
fue Jacqui, su prima, que padece una parálisis cerebral.
Son
las seis de la tarde en la ciudad. La casa, de fachada blanca y
aberturas celestes, está ubicada en la esquina de Miller y Dachary.
La puerta se abre. Atiende un hombre alto, con barba y cabello
ondulado. Viste una remera azul y jeans. Por detrás de él, se asoma
una mujer que viene con el mate en la mano; amablemente invita a
entrar al living de la casa. En el lugar hay bicicletas con carritos
de carrera; pequeñas banquetas hechas con asientos y una mesita
ratona. A través del vidrio transparente se deja ver la base, hecha
con partes de bicicletas.
Javier
Varisco tiene 41 años. A los 6 se subió, por primera vez, a una
bicicleta. Hace más diez años se dedica al ciclismo profesional,
pero dejó su carrera para dedicarse a la construcción de rodados
adaptados.
Nació
el 9 mayo de 1976 en Paraná. De pequeño se mudó con sus padres y
sus tres hermanos a Rosario. A los 14 años, volvió a Paraná y
desde entonces, no se bajó de la bicicleta “hasta
hoy”.
Es padre y comparte su vida con su esposa Cintia desde hace más de
15 años. Hace poco tiempo dejó su actual trabajo en una
bicicletería, donde realizaba arreglos de rodados. Explica que no
fue una decisión fácil. Junto con Cintia meditaron la idea y dejó
el empleo. “Íbamos
a estar un poco ajustados pero le dimos para adelante”,
comenta Javier. Él tiene una habilidad que le permite adaptar
bicicletas para personas con capacidades diferentes.
─¿Qué
tipos de rodados adaptados construís?
─Es
depende del pedido de uno, de las necesidades. Se adaptan a las las
personas con capacidades diferentes. Por ejemplo, si uno tiene la
capacidad de mover los brazos pero no las piernas, se hace pensando
en eso. Entonces, de acuerdo a lo que vayan necesitando, vamos
haciendo. Incluso, me han pedido triciclos con motor; todo se puede
hacer.
─¿Cómo
surgió la idea de construir un rodado adaptado para Jacqui, tu
prima?
─Ella
tiene movilidad en todas sus extremidades pero no tiene la capacidad
de generar el movimiento. Mis tíos la llevaban a caminar. La
apoyaban en sus piernas y la hacían caminar. El año pasado mi tío
me pidió que le fabricara un aparato para que pueda mover las
piernas. Entonces, surgió una adaptación a la silla de Jacqui.
Coloqué una bicicleta atrás, o sea media bicicleta, y una tracción
calzada en la silla, eso genera movimiento. La bicicleta de atrás
pedalea, empuja la silla, se mueve y genera tracción en la rueda
delantera. Ese movimiento hace que Jacqui, mueva las piernas. De esta
manera ella no hace fuerza pero sí se mueve.
Jacqui
tiene 27 años, fue su inspiración para iniciarse en las
adaptaciones de rodados especiales. Él no las llama personas
discapacitadas; para él, son personas con capacidades especiales. Es
uno de los pocos que realiza esos trabajos en la ciudad, afirma.
─¿Cómo
creés que los rodados adaptados que construís pueden beneficiar a
otras personas?
─Lo
más importante es el tema de los costos. Es la ayuda que puedo dar,
la posibilidad que tengo de hacerlo. Con el costo de un solo
bipedestador, puedo hacer hasta tres o cuatro. Algunas mamás me
decían que ese aparato se los van pasando a medida que van quedando
chicos. A veces, hay chicos que ya no lo pueden usar más y quedan
postrados. Ahí veo la oportunidad que tengo de facilitar esos
aparatos. Para que chicos, y personas mayores también, tengan la
posibilidad de tener una mejor calidad de vida.
─¿Cuántas
bicicletas, similares a las de Jacqui, hiciste?
─Como
la de Jacqui, es la única. Rodados adaptados ya perdí la cuenta;
hice 100 o más: pedaleras, grúas que se utilizan para sacar a las
personas de la cama, sillas con ruedas hidráulicas y poleas para
trabajar los hombros. Un montón de cosas fabriqué… Ahora tengo un
interesado que quiere una bicicleta como la de Jacqui.
─¿Pensaste
que tu pasión por la bicicleta iba a darte el título como Campeón
Nacional en 2016?
─Sí,
fue a lo último. Cuando estuve en Rosario, corrí una selectiva,
salí segundo y clasificaba sólo uno. Cuando volví a Paraná, seguí
corriendo. Iba y hacía campeonatos. En el 97 corrí mi primer
campeonato argentino. Ahí, ya tenía cosas fabricadas por mí; las
ruedas las armé para ese campeonato. Aunque ya tenía cosas hechas
fue la primera vez que las usé para competir. Iba a correr, siempre
pensando en ganar. Me soñé siendo campeón. No fue nada fácil
estar en ese lugar. Fuimos de a poquito con ella —señala
a Cintia que está a su lado; ella sonríe y afirma con la cabeza
─En
el desarrollo de tu carrera, ¿qué rol tienen tus padres?
─Siempre
lo digo, a mis viejos les debo muchísimo. En los primeros años, que
iba a los campeonatos, era todo costeado por mis viejos. Estudiaba y
trabajaba pero era mínimo; no podía preparar un campeonato como lo
hice en los últimos años. Después, con Cintia, estábamos todo el
año pensando en los torneos: planeando el Campeonato
Argentino,
cómo y dónde íbamos a ir.
─¿Cómo
te preparás para un campeonato?
─Son
pruebas muy específicas. Son pruebas de velocidad, anaeróbicas y
explosivas. Para clasificar el tiempo era de 11´80 –aclara
que son casi doce segundos de velocidad–.
O sea, en doce segundos clasificás, no tenés tiempo de nada. La
prueba es muy cortita, se necesita hacer un trabajo muy fuerte y
grande. El año pasado no tuve la posibilidad de ir a un gimnasio y
con las cosas que tenía, fabriqué una bicicleta con ruedas de
mountain bike, después un partidor, que sirve para entrenar la
técnica. Con Cintia entrenábamos con el partidor en la calle, acá
en el frente de casa a las 10 u 11 de la noche, ella tapada con una
frazada, mientras los vecinos salían a ver qué pasaba. Ella tenía
un silbato, como la calle es oscura, no la podía ver. Entonces,
cuando aceleraba, sonaba el silbato para saber cuándo cortaba la
aceleración.
La
carrera de ciclismo y la construcción de aparatos adaptados, “se
fue dando todo muy juntito”,
recuerda Javier. “Cuando
empecé con lo del
Campeonato Argentino,
dejé de trabajar en la bicicletería. Empecé a ganar menos pero
tenía más tiempo para entrenar. Armábamos ruedas de bicicletas en
el living, las nenas eran chiquitas; jugábamos, y de paso,
trabajábamos”.
Javier
es padre de una niña, que vive junto a su mamá en Diamante. “Por
temas de la escuela, mi hija vive con su mamá allá”,
explica Javier. En tanto que Cintia es madre de dos mujeres, de 16 y
18 años.
─Los
costos de construir bicicletas de competición y las adaptadas, ¿hoy
qué dificultades representan?
─El
costo es muy alto. Una de las ruedas del que salió segundo, en el
Campeonato
Argentino,
tiene
el mismo costo que todo mi equipamiento: ruedas, manubrio, asiento,
¡todo! –afirma
y señala la fotografía sobre la pared en la que está junto con
otro corredor en la competición nacional–.
Los rodados adaptados también son costosos. Como se empezó a
conocer un poco más mi trabajo, me han pasado presupuestos y hay
piezas que están cerca de los 90 mil pesos; es carísimo.
─¿Cuánto
tiempo lleva hacer un rodado especial o adaptado?
─Y…
para construir una bici de esas, un mes. A lo mejor, un poco menos.
En este momento, me dedico a hacer otras cosas también: pinto
bicicletas y hago reparaciones de fibra de carbono y otras cosas. Por
ello, no me puedo dedicar de lleno. Si pudiera, me dedicaría por
completo.
─En
la ciudad, ¿conocés a otras personas que construyan bicicletas
adaptadas?
─Con
respecto a las bicicletas de competición, no. Incluso, vienen a
pedirme que las haga. Armé ruedas, asientos y manubrios; también,
las cosas que usé en el campeonato. Para los aparatos especiales,
tampoco. Por ejemplo, una de las mamás me pidió que la asesorara.
Ella consiguió un herrero para que le diera una mano, sabía soldar
y cortar, pero nada más. Una mamá de Santa Fe pidió a una fábrica
en Salta que le hicieran una. No sé si habrá otros más pero en el
país debemos ser tres o cuatro, no muchos más.
─¿Hay
dificultades para conseguir el material? ¿Cuáles?
─Eso
depende del aparato que necesite. Por ejemplo, las piezas que llevan
electrónica son más complicadas. Pero si son rodados comunes, no
hay problema, porque las adapto. Incluso construyó
las piezas con el torno: voy adaptando cosas de bicicletas,
modificando. Una pieza que es para una cosa, la uso para otra; le voy
buscando la vuelta.
Se
levanta, sube unos escalones, corre las cortinas blancas que separan
el living de la cocina. Se demora unos minutos y regresa. Trae en sus
manos la medalla y la remera con la que salió Campeón Argentino.
Las deja sobre la mesa ratona. Se retira otra vez y regresa, con una
silla adaptada, de las pocas que fabricó. La deja junto a las demás
bicicletas, y expresa: “Estas
cosas son las pocas que quedaron del Campeonato”
–señala la medalla y toma la remera en sus manos.
Su
pasión por las bicicletas desde su niñez dio sus frutos. Fue
Campeón Argentino y decidió dejar su profesión para dedicarse a la
construcción de bicicletas para corredores y, en especial, rodados
adaptados. Su pasión permite que hoy niños, niñas y adultos, con
capacidades diferentes puedan tener una buena calidad de vida.
(*)
estudiante del Taller de Producción Periodística de la carrera de
Lic. en Comunicación Social de la UNER.
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