Entre clases y fulbitos


Abriendo caminos entre bibliotecas rodantes y fulbitos


Por Evelina Senger
Para la gente querida de Barriletes


La escuela secundaria Nº 74 “Walter Heinze” de Crespo festeja hace algunos años la semana del Arte y la Cultura. Durante esta semana ofrecen actividades artísticas y culturales a cargo de docentes de la escuela y de profesionales invitados que brindan talleres para estudiantes de este y otros establecimientos. Para la celebración del año pasado, algunas revistas Barriletes llegaron hasta la ciudad vecina y ahora forman parte de la hermosa biblioteca de esta escuela. Evelina, docente de la misma, nos comparte una pequeña crónica que reúne algunas impresiones cotidianas entre clase y clase.
Entrar a la escuela, encontrarse en el patio con una biblioteca rodante, aerografiada con dibujos de colores brillantes, repleta de libros y revistas  de géneros diversos. Arrimarse un banquito, hecho con un filtro de camión recuperado coloreado y apoyar el libro en una cubierta de auto, pintada de colores llamativos, convertida en una mesa. Tomarlo entre las manos, hojearlo, encontrarse con el autor, saber que es de por acá. Que los versos me gusten y escribirle un correo, recibir una respuesta y asombrarse.
Los libros dejan de ser aquellos volúmenes de palabras frías, archivados en altas bibliotecas. La excusa de sentarse a leer es una posibilidad que se presenta en el recreo, en un rato libre y en la hora de lectura, en la que busco ese libro que me gustó y me lo llevo al aula para leer.
                                  

Silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula, a decir de Eduardo Galeano. Lee quien hojea “La llave atada al pie”, de Luis Luján, y mientras lee, una pelota le pasa por al lado, es que el profe de Educación Física en el mismo patio de la rodante biblioteca acaba de soplar marcando al jugador que cometió la falta, en el fulbito improvisado en el patio para pasar el recreo. Así las cosas… la convivencia de lo diverso en ese espacio de impass entre una clase y la otra.
Y allí también anidan las Barriletes, revistas que conviven con otras de crucigramas y sopa de letras. Es que hay a quienes el formato de libro los asusta un poco y agarrando la revista, se sienten más como en casa. Entonces, mientras dan vuelta las páginas, una a una las historias, tan cercanas, se parecen a las de por acá. Son otras caras, los barrios se llaman distinto, pero la gente tiene las mismas esperanzas y las luchas se saben con sabor familiar, como el guiso de la vieja, cuando se vuelve de la escuela un lunes de invierno.
Así las cosas… “quizás el alma tenga como un abrigo, algún pliegue que nos sirva de bolsillo, donde guardar las cosas de las que no queremos desprendernos. Quizás guardemos también cosas que debamos entregar o cuidarle a otro, cosas que alguien ya no pueda conservar y le den pena, como suele pasar con los recuerdos” (Palabras en fuga, M. V. Emma y R. Gil).
Esas letras, que juntas forman palabras, encontradas en las hojas del libro que me llama la atención y que dice lo que callo, que pone palabras a lo que no puedo y que me dicen que tal vez, tal vez quizás, las palabras y los libros y los versos y los cuentos, esos también son un camino.



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