Nota de tapa


Inventando nuevos horizontes para la cultura comunitaria: quince años de la Biblioteca Popular Caminantes

Por María José Clavijo y Milena Frank

La matriz metodológica de la Caminantes es la horizontalidad en todos los sentidos. La verdadera participación tiene que ver con eso. Con que el poder de decisión lo tenga toda la comunidad. Y en eso nosotros no tenemos miedo. Es una biblioteca popular, ¿qué se puede decidir? Lo mejor. Ésta ha sido desde el primer momento la forma de manejarnos. Una democracia de base, participativa, real, con todas y todos los que participan de esta biblioteca de una u otra manera. (Ricardo “Lole” Rodríguez)




Hace quince años, en un otoño lluvioso, vecinos y vecinas de cinco barrios de la ciudad se juntaron en un garage prestado para tratar de pensar qué podían construir juntos. La necesidad de paliar la crisis socioeconómica de la cual lentamente nos estábamos recuperando como país, invitaba en aquel entonces a la creatividad colectiva. De esa juntada, surgió la idea de hacer una biblioteca. Fue una decisión tomada grupal y democráticamente. Y del mismo modo se eligió el nombre que llevaría: “Caminantes”.
Empezaron en la plaza del barrio Los Gobernadores, llevando en mochilas algunos libros y convidando a la comunidad de vecinos a acercarse y degustar las historias que quisieran. Hasta que un día, los libros que fueron consiguiendo mediante distintas donaciones ya no entraron en las mochilas. Así fue como apareció la necesidad de un espacio propio en el barrio y colectivamente otra vez, decidieron tomar una construcción abandonada y acondicionarla. Esa construcción hoy es un espacio de todo el pueblo. Tras años de gestiones, hoy el Estado considera la casona como un bien público.
En la Caminantes hay espacios para la lectura, la creatividad, el juego, la exploración. Hay talleres para gente de todas las edades. Hay encuentros, charlas, mates y mucho entusiasmo.
También un día lluvioso de otoño, dos caminantes, Ricardo “Lole” Rodríguez y Carolina Rottoli, nos cuentan un poco acerca de esta biblioteca que, quince años después,  sigue inventando nuevos horizontes en el trabajo comunitario.


Una biblioteca de toda la comunidad 

—¿Cómo es que llegaron a este espacio en calle Antelo y Basavilbaso?
Ricardo:— Bueno, esa es la historia de la vida… Es decir, nosotros estamos cumpliendo acá quince años más o menos por esta fecha. En realidad, la biblioteca nace como a tres o cuatro cuadras de acá, en calle Parera, en un garage donde confluyeron vecinos de cinco barrios: Gazzano, Parque del Lago, Los Paraísos, Corrales y Los Gobernadores. Yo vivía acá a la vuelta. Hacía como tres días que llovía y un día que no creíamos que iba a ir nadie, fue una sorpresa cuando al pegar la vuelta en Hernandarias, empiezo a caminar por Parera y había una cantidad de gente tapándose de la lluvia y esperando.
Veníamos de un proceso muy efervescente en el país, después del 2001. El grupo iniciador de la biblioteca venía con todo un desencantamiento de la política partidaria, de la izquierda… qué sé yo. Así que nos habíamos dedicado a hacer política de otra manera: leer, ver películas entre nosotros y, cuando tuvimos unos mangos, visitar distintas experiencias que se estaban dando en el país y que se expresaron en el 2002 en una cátedra abierta sobre nuevos movimientos sociales que hicimos en la Facultad de Trabajo Social (UNER). En todos los casos, decíamos que algo teníamos que hacer, más que nada cuando ya habíamos ido a visitar tantas cosas. Ahora nos quedaba hacer a nosotros.
De ahí, surge esto que ni nosotros pensábamos que íbamos a terminar siendo: una biblioteca popular. Salimos a comentarle a los vecinos, a juntar libros. Los sábados a la tarde acá enfrente en la plaza, era el lugar de encuentro en donde leíamos la cantidad de libros que se iban juntando. Se hacían socios nuevos de esa biblioteca tan intangible que teníamos. Y así se fue dando la cosa.
En un momento, en relación a los planes de la personería jurídica, había que ponerle un nombre. Un domingo a la mañana, simulando una urna, pusimos una caja en la plaza y durante la mañana se presentaron una cantidad de propuestas. Después, la gente empezó a opinar de estos nombres que iban saliendo y la más votada fue Caminantes, quizás porque andábamos caminando, ¿no?
Así que ya teníamos libros, socios, nombre y otra de las exigencias era tener un domicilio. Porque hasta ahí, nos juntábamos en la plaza y metíamos todos los libros en mochilas y bolsas. Por supuesto que nadie tenía en ese momento un lugar, era una crisis muy grande la que se vivía después del 2001. Y este espacio estaba abandonado digamos. Había cierto riesgo incluso en pasar por acá, porque no tenía luz, tenía los techos altos, había sido incendiado... Porque esto fue una panadería de barrio. Los dueños tenían su casa acá al lado y en el año 2000 ya no pudieron pagar el crédito que habían sacado para comprar la maquinaria. Entonces, el banco se quedó con la propiedad, que era la garantía de ese crédito. Por supuesto, la panadería se funde y cierra.
Cuando empezamos a mirar la casa y nos vamos enterando de toda la historia, en un momento pensamos “Bueno, antes que esté abandonada, seguramente nos darán permiso para hacer una biblioteca”. Así que armamos una delegación y nos fuimos al Banco de Suquía. Pero de ahí nos sacaron al ratito nomás. Dos intentos hicimos, y el segundo fue peor. Entonces, se vino acá, se juntó la gente y se dijo: “Bueno, ¿y qué hacemos? Vamos a tomarlo…” Así surgió la idea de la toma. Nos respaldamos con trescientas firmas que en seguida juntamos en el barrio. A todo el mundo le comentábamos: “Vamos a hacer esto, el que quiera venir, nos vamos a juntar el martes a las cinco de la tarde”. Y bueno, así fue y se hizo.
No es la vida toda quince años, pero son quince años. Yo no sé si en aquel momento no hubiésemos tomado la casa, si estaríamos hoy. Lo cierto es que la toma permitió que existamos, incluso de manera distinta porque había que tener todo un discurso para hacer aquello. Estamos convencidos de que lo instituido y lo instituyente hay que someterlo de manera permanente a revisión. Y hasta lo que sabemos, somos la única biblioteca que tiene sus instalaciones gracias a un intrusamiento.

—¿Y la gente del banco se presentó acá en algún momento?
Ricardo:—No, no, ni sabían lo que era. Ellos denunciaron después que estaba la casa intrusada. Pero había una idea… Kirchner había asumido hacía dos semanas creo y no porque fuera Kirchner, es decir, había un nuevo gobierno en el país y al gobierno que sea nosotros teníamos que ir a explicarle de qué se trataba. Me fui con las trescientas firmas y una carta fundamentando que la única razón que teníamos para intrusar la casa era tener un lugar para funcionar como biblioteca. La sorpresa fue que a la semana siguiente, llega a mi domicilio una carta en la cual nos dicen que van a obrar en consecuencia. No nos tratan en ningún momento de intrusos, ni nos piden que desalojemos… Y la firma Néstor Carlos Kirchner.
Después se crea lo que se llama fideicomiso, que permitía que los bienes de los bancos regionales pasaran a esa figura y pudieran ver qué se hacía con esos bienes. Cuando los del Suquía entran en ese proceso, esta casa queda por fuera de ese marco. Nosotros estábamos enterados de todas estas cosas porque teníamos muchos contactos a nivel nacional. Las Madres y las Abuelas han jugado un papel impresionante. Nosotros hicimos un montón de cosas: festivales, peñas, todas actividades para que quedara claro que el dueño de este lugar era la comunidad, el pueblo. Como es la escuela Las Heras, como es la comisaría, como es el hospital Oñativia. Con esa unión social es la biblioteca.

—¿Cómo resuelven la cuestión económica? ¿Por ejemplo, en el caso de los talleres, que son gratuitos, los chicos traen las cosas o las compran ustedes? ¿O cómo resuelven el pago de la luz, el agua?
Ricardo:—Al ser una biblioteca reconocida por la Conabip, somos pasibles del otorgamiento de un subsidio mensual. También tenemos un subsidio provincial, gracias a la comisión bicameral que evalúa a las bibliotecas y otorga el subsidio a aquellas que están en regla. Y después tenemos la cuota de socios y la generación de recursos a través de instituciones diversas. Además nos presentamos con proyectos a distintas convocatorias a nivel internacional, nacional y provincial, y de esa manera vamos financiando. Y generando cosas, porque no es solo que nos toca pagar cuentas, sino que hay un montón de cosas que queremos hacer. La biblioteca es un poco el resultado de todo eso.


Mucho más que una Biblioteca

Cuando visitamos la Caminantes, Lole nos invitó a recorrer todos sus rincones. En la sala de lectura pueden encontrarse con todo tipo de libros: de ciencias sociales, filosofía, historia, literatura para niños y adultos.
De a poquito, nos cuentan, la biblioteca fue creciendo. Se acercaron nuevos socios y volvieron otros que hacía tiempo que no se arrimaban. Después la Biblioteca empezó a abrir de lunes a sábados y surgieron propuestas para realizar diversos talleres, que hoy acompañan ese horario de atención. Justo cuando llegamos, estaba por comenzar el taller de construcción de juguetes, que se realiza en un salón grande, al costadito de la sala en la que charlábamos. Allí todos los días funcionan talleres gratuitos y abiertos a la comunidad, donde no tiene demasiada importancia la edad de los participantes, sino darse el tiempo para jugar y compartir las propuestas que invitan al disfrute y la creatividad colectiva.



—Cuéntenos un poco sobre quiénes son los talleristas...
Ricardo:—Al taller de murga lo da La de bolsillo (una murga conocida de la ciudad); a los de teatro comunitario los da Paula Righelato; los de teatro para niños, Débora Ramírez; a los de animación y dibujo, Jaime; los de música, Hugo Martín, un maestro de la música que viene a través de cultura de la Municipalidad. Y el de construcción de juguetes, Fabio Deganutti, que es también otro capo.
La actividad central de la biblioteca igualmente es en torno a la promoción de la lectura. Desde el año 2011, realizamos una labor sistemática en base a una red que se vino construyendo desde que iniciamos hace quince años. Esa red está integrada por la Escuela de sordos, la Escuela Las Heras, la Escuela Garcilazo, la Escuela Gregoria Pérez, y participan además, en otra instancia, otras instituciones como el Centro de Salud Mental de Paraná V, el Centro de Salud Oñativia.
A veces, vamos nosotros al lugar donde tengamos que ir o vienen las escuelas para acá. Nos basamos en un cronograma que establecemos a principio del año y que se cumple rigurosamente.
En ese intercambio, pasan mucho más de dos mil personas por año y se va haciendo toda una labor que permite que la biblioteca sea conocida, parte del paisaje. No hay ningún cartel que indique cómo llegar, pero si vos preguntás acá siempre saben.


Más info en https://www.facebook.com/BibliotecaPopularCamintes/ 


Libros que van y vienen

—En relación con la catalogación de los libros con los que cuentan, ¿hay bibliotecarios que se ocupen de esta tarea?
Carolina:—Hubo diferentes bibliotecarios, o alguna figura que cumpla ese rol. Ahora está Gilda, por ejemplo, que es bibliotecaria. Ella hace todo lo que es catalogación. Zulma también estuvo anteriormente. Han pasado varias personas en ese proceso.

Ricardo:—Tenemos la suerte de que Gilda es empleada de otra cosa y pudo dedicarse de modo voluntario a este trabajo que en otros lugares es pago. Ella pone su saber al servicio de la biblioteca, hizo sus prácticas acá y regala una cantidad de horas haciendo ese laburo. La verdad es que estamos pasando por una etapa muy linda en la Biblioteca. Se están acercando más personas, y además, tenemos los talleres de lunes a viernes con talleristas que son muy prestigiados en cada una de las cosas que hacen.

—¿Y ahora, cuántos socios tiene la biblioteca aproximadamente?
Carolina:—Estamos creciendo, cada vez más… Tenemos unos quinientos socios más o menos. En estos tiempos que abrimos más sistemáticamente logramos incrementar los socios, producto de los talleres también y de que la Biblioteca se ve más.
Y otra de las cosas es que socios que habían sido de los primeros días de la Caminantes, volvieron a retomar el contacto. Y eso es muy interesante, porque vienen y se sorprenden o quieren seguir trabajando en función de que cada uno tiene su vida y se fueron alejando porque la mayoría de nosotros trabajamos de forma voluntaria.

—¿Y las personas que no son socias pueden consultar los libros también?
Ricardo:—Sí, por supuesto. Esto es una biblioteca popular, los libros que están acá son de todos.

Carolina:—Incluso hay chicos que ya son habitués de acá, que están esperando con ansias que una venga a abrir la biblioteca. Son chicos que en muchos casos no pueden ser socios porque quién sabe cómo es su organización diaria y por ahí piden para llevar algún libro. Nosotros no les negamos la posibilidad. Lo que sí tratamos de generar es el hábito de que es un libro, que está para prestarse y para que otros chicos lo lean. Y así como se los recomendamos a un adulto, también los chicos tienen ese hábito de traerlo de vuelta y seguir apostando a esa confianza.
Y te digo, ese mito que hay en todos los adultos que dicen “los chicos de hoy no leen”, nosotros tenemos que decir que no es cierto en esta biblioteca. Porque vienen y se llevan de a seis, de a diez libros. Nos recomiendan o nos piden que les compremos nuevos. Hemos puesto un cuadernito de sugerencias y vienen a buscar la sugerencia, por autores o por título.
Así, se vuelve un espacio para compartir. Y no solamente libros, también una charla, un mate, tejidos o la construcción de un adorno o cosas para nuestra biblioteca. Hay algunas mamás que nos han ayudado con alfombras por ejemplo para la biblioteca.

—¿Y hay algún libro que sea muy requerido últimamente, o algún autor o autora?
Carolina:—Sí, la estrella del momento es Caídos del mapa, de María Inés Falconi. Hasta la propia autora es conocida. Hoy Gilda trajo tres libros nuevos que los habían catalogado hace poquito y le dijeron, “esta es la autora de Caídos del mapa”. Eso es importantísimo en los chicos. Vienen y te dicen, “tal autor me gustó, tal no”. Es impresionante lo que nosotras aprendemos acá. Después se los sugieren entre ellos. Por ejemplo, acá están organizando en una paleta de colores. Y ellos mismos saben donde va cada libro o por el tema que están divididos. Realmente se aprende todos los días.

Horizontalidad y escucha 

—¿Cómo se organizan para las actividades cotidianas de la Biblioteca? ¿Cómo es el vínculo con vecinos y vecinas?
Ricardo:—La matriz metodológica de la Caminantes es la horizontalidad en todos los sentidos. La verdadera participación tiene que ver con eso. Con que el poder de decisión lo tenga toda la comunidad. Y en eso nosotros no tenemos miedo. Es una biblioteca popular, ¿qué se puede decidir? Lo mejor. Ésta ha sido desde el primer momento la forma de manejarnos. Una democracia de base, participativa, real, con todas y todos los que participan de esta biblioteca de una u otra manera. Y bueno, después estará en ese vecino o amigo ver qué otra cosa más puede sugerir. Esto está abierto.
La Caminantes nunca fue sólo un lugar de lectura. Nosotros participamos, por ejemplo, del movimiento de Cultura Comunitaria, porque creemos que es así como debe ser la organización popular, la cultura, la cuestión colaborativa. Eso es lo que debe ir permitiendo que se vayan dejando de lado las competencias en distintos ámbitos y que cada uno construya e irradie en el espacio en el que está lo que tiene como su horizonte. Este movimiento existe en dieciocho países del continente y el año que viene va a realizar un Congreso en forma de caravana, que va a pasar por Paraná. Y ahí, queremos que se exprese toda la cultura comunitaria de la ciudad. Es decir, veremos una cantidad de organizaciones viejas y nuevas. Porque sí, va a estar el zapatismo, el movimiento los Sin Tierra, pero también allí habrá una cantidad de expresiones sociales y comunitarias de una gran potencia, de mucha transformación. Nosotros vemos que esto es una gran cosa y por eso participamos activamente e invitamos a que todo el mundo conozca lo que es la cultura comunitaria. Ver estas experiencias es algo que nos oxigena, nos permite ver que no todo es negro, sino que hay un montón de cosas que están pasando que son muy interesantes y hay que ligarse a las mismas. Porque, en definitiva, uno contagia lo que es, lo que quiere. Bueno, eso es lo que está pasando por un montón de gente que está participando a través de organizaciones. Y eso es lo importante, que participemos a través de organizaciones. Que las organizaciones sean lo más democráticas, lo más transparentes, lo más participativas que se pueda. Que podamos demostrar que no todo es transa, no todo es corrupción, no todo es arreglo, espurio. Sino mostrar lo que hay realmente en la mayoría de la gente, que sale todos los días a trabajar, a estudiar... lo que existe en la vida cotidiana. Y eso es lo que se tiene que expresar a través del arte, de las organizaciones. Una nueva forma de mostrar la cultura comunitaria, pese a que existe desde siempre. Porque lo primero que hizo el hombre cuando se juntaba alrededor del fuego fue decidir comunitariamente cómo hacer, cómo defenderse de la tempestad o del animal grandote. Entonces, más allá de que hemos avanzado un montón, eso sigue siendo la razón de ser de mucha gente. Y lo queremos mostrar.

—Y en relación con la experiencia más subjetiva de ustedes, ¿quieren contarnos algún recuerdo de lectura que tengan de acá o que les conecte con este lugar?
Ricardo:—Uh, bueno, hay muchos. Un momento de lectura que puedo contarte es de cuando yo era gurí. Hice mi primer grado en la vieja Escuela Casiano Calderón que estaba a tres cuadras de donde está hoy. Un casa vieja, grande, con dos habitaciones y un gran patio con árboles. Entonces llegaba la primavera y las clases eran afuera, abajo de los árboles. En donde vos podías experimentar la educación de otra manera. No con un escritorio que separaba al portador del saber y a los desposeídos del mismo. Sino que ahí todos éramos iguales. Eso que hoy se estudia y que hace a la educación popular fue una de las primeras cosas que yo viví en mi primer grado.
El recuerdo que tengo es haber leído bajo los árboles, en forma de círculo, como han sucedido siempre las mejores cosas de la humanidad. En círculo a través del fuego, el árbol, el mate. Y la otra cuestión es que para nosotros, leer es ese concepto amplio, freudiano. No se trata de decodificar solamente un texto, sino de leer a través del juego, la animación sociocultural. Poder leer el mundo que nos toca, saber cómo es para poder transformarlo para mejor.

—Y ya terminando, ¿hay algo más que quisieran comentar sobre la Biblioteca, algo que les gustaría transmitir?
Ricardo:—Yo creo que lo central es que quede siempre claro que la Biblioteca es una construcción comunitaria, con todo lo que eso significa. Lo de la “comunidad” es un concepto que en una sociedad que cuenta con un sistema presidencialista, y en donde el individualismo pareciera que gana cada vez más adeptos, parece como lejano, romántico, o de locos. Pero en realidad nosotros vivimos por eso. Lo ha sido siempre y hoy más todavía. Mientras más espacios en donde se comparta con otros, mejor. Yo siempre cuento la historia de una vez que nos fuimos a parar al costado de la cancha del club Entre Ríos, camino al Aeropuerto. Había unos yuyos re altos en la cancha y unos doscientos gurises corrían detrás de una pelota. Nadie sabía quién jugaba con quién. Nosotros nos pusimos al costado con la guitarra y al rato teníamos a cincuenta escuchando.
Tener varias posibilidades permite abrir oportunidades y saber que vos tenés un montón de cosas que ni pensabas que tenías. Hacer esto en una organización que está a la distancia que estamos de donde se desarrollan las cuestiones culturales en la ciudad no es un detalle menor. Porque en un radio muy grande, somos la única organización cultural. Están las escuelas, sí, pero lo cultural y autogestivo, no. Hoy somos parte de la realidad del barrio y nos cabe la gran posibilidad de sostener y seguir andando.






Muchas gracias Lole y Carolina por darnos tiempo para contarnos sobre esta Biblioteca con tantos rincones y pasillos para andar, crear y encontrarse.
 Muchas gracias a todo el colectivo de Caminantes que labura cotidianamente por un modo de construir comunidad desde la lectura en su sentido vital, que sin dudas entusiasma a quienes lxs vamos conociendo. 

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