Enredaderas, una columna sobre patios de escuelas II

Sarmiento y la Escuela Normal de Paraná: una arqueología de los patios



Por Hernán Hirschfeld
hernan.hirschfeld@gmail.com



Nuestras escuelas deben por tanto ser construidas de manera que su espectáculo, obrando diariamente sobre el espíritu de los niños, eduque su gusto, su físico y sus inclinaciones.
Domingo F. Sarmiento, Educación popular (1849)


En la Barri de abril arrancamos esta columna que habla sobre lo que indica el encabezado: patios de escuelas, sean de la ciudad de Paraná o sus alrededores, o incluso, los imaginarios. En esta entrega quiero hablar sobre las raíces de los patios escolares en el país ¿Por qué los patios –como veremos más adelante– fueron importantes para la infraestructura de una escuela?



Cada vez que vuelvo a Paraná no pierdo la oportunidad de volver a la Escuela Normal. No es tanto por la búsqueda de recuerdos que visito ese lugar (cosa que me gustaría retomar en otra entrega), sino por cierto efecto extranjerizador que emerge desde que atravieso las puertas de la escuela. Cuando camino por las galerías ni el ruido de los autos que bajan por Corrientes me devuelve a la ciudad, pareciera que estoy en alguna ciudad de Europa Occidental. 

Hay una sola cosa que me regresa a la región litoralense y que al mismo tiempo me desubica. Es un mural que está en la primera galería a mano derecha. Una vista panorámica que se titula “Vista de Paraná” muestra un paisaje poco familiar para las personas acostumbradas al litoral de otros pintores como Quirós. Salvo por algunos árboles, el paisaje del cuadro carece de las marcas asociadas al verde del costumbrismo pictórico. Se muestra detrás de la ciudad, por el contrario, un terreno gris apagado acompañado por unas nubes en diferentes escalas de azul: es un litoral londinense. Antes de funcionar como una deixis, como decir “usted está aquí”, el cuadro miente. Esa vista donde puede reconocerse parte de la ciudad con la iglesia San Miguel destacándose se corta abruptamente por un paisaje que resulta inconexo, lejano.

Independientemente de su aparición, el cuadro responde a una hipótesis que reproduce una cosmovisión europea concordante con el proyecto del fundador del colegio, don Domingo Faustino Sarmiento. Al ser la primera Escuela Normal del país, es posible ver las marcas transversales que siguen actualizándose en mayor o menor medida. Una de estas marcas puede verse en su arquitectura y los espacios de saber que contuvo el colegio (un observatorio, una sala de anatomía y de química por mencionar algunas) y que su presencia validaba como conocimiento científico. Existen también otras marcas que se hallan en los discursos que hablan sobre la fundación de ese proyecto educativo, aquellas que indican por ejemplo, qué debe tener la escuela. Sarmiento, en un texto de 1849 que llamado Educación Popular, instala los objetivos de la escuela, cuyo fragmento citamos en el epígrafe. En ese programa de proyecto existe un apartado dedicado a la estructura edilicia, que incluye particularmente la de los patios.

Hasta donde vimos, según Sarmiento, las escuelas deben ser construidas para instalar en lo cotidiano un imaginario de nación. Lo que se dice más adelante acerca de la construcción de las escuelas y de su función estructural es que debe habituarnos “a vivir en medio de estos elementos indispensables de la vida civilizada”. La función de los patios según Sarmiento se basa también en proyectar ese imaginario. Ese imaginario además de hacer lo que indica la palabra (permitirnos imaginar), conlleva una norma de lo que es pensable y lo que no. Los imaginarios sirven para regular y controlar subjetividades que atraviesan discursivamente esos espacios. Es a propósito de eso que marqué las cursivas de la última cita sobre la vida civilizada, donde se delimitan los objetivos de lo que es correcto y lo que es incorrecto, de lo que es civilizado y lo que es, como ya pueden sospechar, bárbaro. 

Hasta acá se plantea una inquietud, ¿Por qué existe ese efecto extranjerizador del que hablé al principio en un colegio que muestra a fuego aspectos del ser nacional? Al final, parecería que el cuadro que conté al principio de la columna replica la misma lógica: te dice dónde estás y a la vez no, te esconde otra cosa. 

Dejo esto para el mes que viene, para ver si la inquietud continúa o si es posible salirse de lo contradictorio de este esquema. Quizás encuentre la respuesta visitando otro patio.



Mayo de 2019

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